En Chile, el cuco es un agente educacional de primera importancia, pues hay que introducir a los niños en el miedo, desde muy pequeños, antes que vayan a la escuela. Se invoca al cuco cuando el niño se resiste a acostarse, a apagar la luz, o cometió un desliz que merece la pena de muerte. Esto redundará en un adulto muy responsable, muerto de miedo por no encontrar pega, aterrorizado por mantenerse en la pega y horrorizado de que lo echen de la pega. Aunque zoológicamente el cuco es un ave, la creatividad terrorífica chilensis lo transformó en un feroz hombre encapuchado, que ataca a los niños cuando estos se resisten a ponerse el pijama. También se representa como una dragón hembra horrorosa, o un monstruo peludo, aunque sin duda hay monstruos calvos tan horrorosos como el peludo. El cuco acecha en el dormitorio, detrás de la puerta, dentro del armario, debajo de la cama. No existe, aunque gente muy mayorcita crea en él y también en Tarzán.
Respecto a los macucos, las definiciones dicen que se trata de una persona robusta, musculosa y astuta, que para lograr sus objetivos recurre a artimañas o engaños de diversa índole. En Chile, la connotación es más extrema: se trata de un espécimen amenazante, agresivo, pero que a la hora de lo "quiubos", se muestra impotente e incompetente, en la vía pública o tras su escritorio. El macuco es abundante y prolifera en la vida política. Su gran expertise, consiste en mostrar los dientes y los puños, pero no sabe usar lo uno ni lo otro. Digamos que, aunque existe, es tan inofensivo como el cuco y lo que genera, fundamentalmente, es risa.
Los macacos son un género de los primates, que suele definirse como "tipo de mono, hombre feo" o "persona de rasgos poco atractivos o deformes", pero no conozco hombre alguno que escape a esa definición. Hay que tener mucho cuidado con usar la palabra como calificativo, porque le puede caer encima la Ley Anti Discriminación. Lo despectivo de la palabra está asociada a una supuesta poca valía del espécimen así sindicado, aunque a cierta rama de sus familiares más "audaces", les llamemos "gorilas". Latinoamérica está llena de ejemplos.
Estas digresiones tienen que ver, básicamente, con el rol fundamental que cumplen hoy en nuestra vida política, los cucos, los macucos y los macacos. No obstante, en las últimas semanas, el valor de estos ejemplares se ha visto disminuido, porque, desde el fondo de las acequias, ha surgido una especie bautizada como "Rambo", que cacarea acerca de fusilamientos, desapariciones, relegaciones y exilio como lo más relevante de su pensamiento y acción futura.
Aunque, al final, como un macuco cualquiera, termine diciendo que "lo sacaron de contexto". Puede ser, pero de la acequia no lo saca nadie.