El lunes se conmemoró el Día contra el Ciberacoso Escolar, que en los últimos años ha formado parte del calendario de los colegios con el fin de que la comunidad educativa pueda reflexionar sobre las formas de abordar este emergente fenómeno. Hasta 2019 las víctimas de acoso eran de preferencia mujeres, pero en los años siguientes las cifras se equilibraron con los ataques a hombres, pues se fue trasladando el maltrato físico hacia el mundo digital, producto de la suspensión de clases presenciales. Casi la totalidad de los niños y jóvenes tienen celulares, y la inmensa mayoría de ellos también cuenta con acceso a las redes sociales a través de los computadores.

El ciberbullying o ciberacoso es un concepto que ya se asentó en el país y que muestra un alza persistente. Da cuenta de los conflictos de relaciones entre los alumnos, que al no ser resueltos por el colegio, se trasladan a los espacios virtuales. Esto revela urgentes necesidades en la formación escolar y en la solución pacífica de conflictos.

La intimidación sicológica y hostigamiento a través de equipos tecnológicos, principalmente celulares, provoca profundos daños en los estudiantes, junto con vulnerar sus derechos. En casos extremos, incluso ha llevado a las víctimas al suicidio. Es evidente que no puede haber calidad en la educación si los niños no se sienten seguros, lo que también genera aprensiones en los padres.

La Política Nacional de Convivencia Escolar del Ministerio de Educación sugiere enfrentar el bullying y el ciberacoso cuando hay sobrenombres, burlas o comentarios irónicos reiterados a un estudiante. Desde 2015 la Superintendencia puso a disposición de las comunidades educativas la resolución pacífica de conflictos, a fin de reconstruir la relación de colaboración y confianza que debe existir entre la familia y el colegio. En estos años de crisis sanitaria se ha fortalecido el servicio de mediación y gestión colaborativa de conflictos, con un procedimiento online que complementa el servicio presencial.

Ante esta realidad y la crueldad con que actúan algunos menores en contra de sus compañeros, es necesario guiar a los escolares acerca del buen uso de las tecnologías y los riesgos que encierra su utilización indebida.

El miércoles 9 de marzo, de 9:30 a 12:00 horas, junto al Dr. Manuel Alarcón y una comitiva de cinco estudiantes de nuestra Escuela de Ingeniería Ambiental de tercer y cuarto año, acudimos a una actividad de limpieza de playas en el lago Todos Los Santos, sector Petrohué, invitados por la Delegación Municipal de Puerto Varas en Ensenada, coorganizada por Conaf, la Escuela Municipal de Ensenada, la Capitanía de Puerto Varas y diversas agrupaciones territoriales y funcionales del sector.

La actividad se desarrolló de manera tranquila. Sin embargo, es preocupante la cantidad de residuos prácticamente escondidos en zonas con pasto y espinos. Los principales elementos hallados fueron colillas de cigarros, esparcidas principalmente en la playa; botellas de vidrio y plástico ocultas entre árboles, arbustos y pastizales. A su vez, gran cantidad de papel higiénico y restos de fecas humanas también en las mismas zonas.

Esto lamentablemente no es algo nuevo. De hecho, en todas las limpiezas de playa que hemos participado como escuela (Pelluco, Pelluhuín, Tenglo, Maullín y ahora Todos Los Santos), el escenario se repite una y otra vez. En este sentido, desde las autoridades locales siempre se habla de la importancia que los niños tienen en ser agentes de cambio en cuanto a cultura ambiental se refiere, desde la creciente aplicación de métodos y estrategias de educación ambiental. Y no dejan de tener razón.

Sin embargo, debemos dejar de romantizar ese discurso a largo plazo y que incluso exime a los verdaderos responsables del problema. Mucho se habla de "desarrollo sustentable" y de que se debe acentuar la preocupación en "ofrecer un mejor planeta a las generaciones futuras". Pero lamentablemente, dicho mensaje no coincide en absoluto con nuestra actitud hacia el planeta. Este escenario ya está fuera de control. Y tal parece que las hermosas promesas de un mundo mejor se ven socavadas por nuestro propio actuar.

El discurso del futuro cada vez se hace más insostenible porque ni siquiera podemos asegurar si habrá ese futuro cuando el planeta vive horas clave, donde cada vez parece más natural contaminar playas de manera indiscriminada. Tristemente, mientras el medio ambiente no sea un sujeto de derechos, no parece haber un escenario prometedor y alentador.

Por favor, hago un llamado a la reflexión y a una conducta responsable con nuestro planeta. Esta situación ya no da para más. Y la romantización de "nuestros niños como agentes de cambio" cada vez tiende más a la obsolescencia en un planeta que estamos haciendo añicos ahora. ¡Basta ya!

Diego Reyes, director de la Escuela de Ingeniería Ambiental

de la Universidad Austral de Chile, sede Puerto Montt

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