"Siempre me interesan más los victimarios que las víctimas"
El autor peruano Santiago Roncagliolo acaba de publicar "Y líbranos del mal", una novela donde explora, a través de una secta religiosa, lo frágil que es la masculinidad, la fe y el sistema social.
Santiago Roncagliolo vuelve a publicar tras cinco años de ausencia en el mundo literario.
Hoy, domingo 6 de junio, Perú vivirá la segunda vuelta de sus elecciones presidenciales. Todo, en un clima de tensión por la reciente reaparición del grupo terrorista Sendero Luminoso, en un atentado que cobró 18 víctimas. Casi como premonición, el escritor andino Santiago Roncagliolo publicó "Y líbranos del mal" (Seix Barral), novela en la que cuenta cómo el fracaso académico y social de jóvenes de situación acomodada, acompañado por distorsiones de la doctrina católica, terminan creando una secta en su Lima natal.
"La Lima de mis novelas es como mi Macondo", ríe el autor que dejó Perú a los 25 años para viajar a España y convertirse en escritor. Ahora, dos décadas más tarde, alude al pueblo ficticio donde Gabriel García Márquez situó "Cien años de soledad", porque "no estoy seguro de que mi Lima se parezca mucho a la Lima real, se ha ido convirtiendo en un espacio casi particular".
A esta ciudad imaginaria viaja Jimmy en "Y líbranos del mal". Va en ayuda de su abuela, Mama Tita, pues su padre se niega a volver al país. Todo el contacto de Jimmy con Latinoamérica ha sido su abuela, quien viajaba cada temporada a Estados Unidos. Emocionado y en un año sabático debido a que aún no está muy seguro de ir a la universidad, Jimmy emprende la odisea hacia el fin del mundo, sin saber que develará varios secretos sobre su padre.
"Mis últimas novelas vuelven al pasado, a los años 70, 80, 90 quizás, porque ya llevo mucho tiempo fuera. Soy como un extranjero ahí, pero a la vez vivo en Cataluña (España) donde eres un extranjero y lo vas a ser para siempre. La identidad es un tema acá. Y me he dado cuenta que quizás estoy escribiendo cosas para que mis hijos vean mi país y que yo mismo me entere cómo es mi país, porque es un lugar que ya no existe en ninguna parte, es un país que existe en el pasado, es un país extranjero y el pasado es un país extranjero", afirma Roncagliolo.
-Los escritores a veces tienen una patria que no es la real, sino psíquica: no se escribe desde el lugar en que se está física o mentalmente, siempre se está rememorando o buscando algo…
-Sí, y eso es muy útil para una novela como esta, porque Jimmy (la voz narrativa) vuelve a descubrir su memoria. Él no tiene memoria de esa Lima, ni de la historia de su familia: llega a la ciudad como un perfecto extranjero, que es como yo mismo miro el pasado ahora.
-¿Has llevado a tus hijos a Lima?
-Sí, tienen 10 y 13 años, los llevo todos los años, pero ellos no tienen cosas tan terribles que averiguar de su padre, algunas malas, pero no tan graves (ríe). Les encanta ir porque además Perú, para un niño nacido en Europa, es espectacular: han navegado con ballenas, ido en bote con cocodrilos, visto lobos marinos, pingüinos, tarántulas gigantes… Para ellos es como un Disney World, un safari.
-Pero Jimmy no ve nada de eso.
-Poco, porque su mundo es de un kilómetro cuadrado. Su abuela, Mama Tita, vive en Avenida Libertadores, que es un barrio que se va llenando de edificios y donde las viejas casas señoriales se van convirtiendo en pizzerías, estas casonas del viejo dinero van viendo cómo el mundo se hunde a su alrededor. Mama Tita es una mujer que se aferra a un pasado, a un país que se va destruyendo, que cada vez existe menos.
-Estudiaste en un colegio y una universidad católica… ¿Cómo escribiste "Y líbranos del mal"?
-Este caso (de la secta) no estaba muy lejos de mi vida. Tengo familiares que han pasado por una congregación parecida a la de la novela, amigos periodistas que han publicado denuncias. Curas que conozco estaban con o contra estos grupos en distintos momentos. Lo que empecé a encontrar fueron distintas puntas de iceberg, anécdotas, detalles de las cosas que no salen en las denuncias. Me interesaban porque hablaban de una vida sexual mucho más compleja que la de solo abusadores y abusados: hablaban de relaciones entre hombres y mujeres; o entre hombres adultos. De uno que escapó al extranjero y tuvo un hijo, como Jimmy. Sin embargo, todo esto pasaba a nuestro alrededor y (en su tiempo) no sabíamos nada. Me interesaba explorar ese silencio que protegió al mal, unir los puntos con hilos y buscar un retrato de cómo la gente llega a esto, durante años, décadas.
El mal el mundo
-Frente al atentado de Sendero Luminoso previo al balotaje en las elecciones peruanas, tu novela se lee mucho más viva, al igual que tu "Abril rojo".
-Siempre me interesan más los victimarios que las víctimas. Obviamente me pongo del lado de las víctimas, pero el verdadero desafío es narrar cómo alguien llega a convertirse en eso. Nadie cree que es malo. Los delincuentes creen que son personas buenas y lo que pasa es que su padre les pegaba o la sociedad los maltrató, o la banda los empujó a lo que hicieron. ¿Cómo es que hay tanto mal en un mundo en que todos creemos hacer el bien? Nadie te lo va a contar, porque para llegar a eso tienes que ir más allá de lo que te pueden decir las fuentes periodísticas, tienes que buscar con tu imaginación, tu conocimiento de las personas, para llegar a una versión verosímil que nos haga pensar que quizás no somos tan diferentes de los malos, quizás ellos solo usan cosas que todos llevamos dentro. Me interesa que el lector sienta eso, que se incomode ante esa perspectiva.
-Los libros, como objeto cultural, quizás apuntan cada vez más a la clase acomodada. En la novela dices que los líderes del movimiento son burgueses que fracasaron en la vida, nunca se independizaron, viven de lo que dejaron sus padres…
-En el texto muchos de los victimarios al principio eran víctimas. La comunidad los atrae
Por Valeria Barahona
"Nadie cree que es malo. Los delincuentes creen que son personas buenas y lo que pasa es que su padre les pegaba o la sociedad los maltrató, o la banda los empujó a lo que hicieron".
Xavier Torres-Bacchetta