Histórica recesión económica
Con todo lo complejo que ha sido este año, la anunciada segunda ola del covid-19 empeorará aún más la situación mundial. Para enfrentar estos inciertos escenarios, es ineludible que el país alcance grandes acuerdos en torno a los efectos del virus.
Hace unos meses, el Banco Mundial fue categórico al señalar que la pandemia hundiría este año a la economía en su peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. El impacto de la emergencia sanitaria que se inició en marzo y las medidas de suspensión de las actividades que se adoptaron para contenerla, han ocasionado una drástica contracción de la economía mundial.
La actividad de las economías avanzadas se ha contraído especialmente en Estados Unidos, Japón y Europa, mientras que para América Latina se calcula que el desplome este año será de alrededor de 7%, ubicándose como la zona más golpeada por el covid-19, impactada por los contagios que se propagaron muy rápido, mientras que como consecuencia de las medidas de cuarentena se tuvieron que cerrar miles de empresas. La abrupta desaceleración económica en Estados Unidos y China ha alterado las cadenas de suministro de México y Brasil y ha provocado una fuerte caída en las exportaciones de economías generadoras de productos básicos, como el caso de Chile y Perú.
Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), ha dicho que la economía mundial sufrirá durante años las consecuencias de esta crisis.
Para la economía chilena, la Ocde prevé un retroceso de 6% este año, la peor cifra desde la recesión de 1982, debido a la pandemia del coronavirus, mientras que en 2021 iniciará una recuperación gradual apoyada en el consumo privado. Si bien Latinoamérica tiene experiencias enfrentando crisis financieras anteriores, la pandemia ha representado una nueva dimensión, pues las medidas necesarias para contener el virus generan un choque del lado de la oferta, es decir, de la producción de las empresas y los servicios, que recién comienza a recuperarse.
Pero las perspectivas son inciertas y predominan los riesgos de que la situación sanitaria empeore, en el caso de que se declare una segunda ola a inicios de 2021. De ser así, se retrasaría la reactivación y daría paso a agitaciones financieras y a un repliegue del comercio internacional y de las relaciones de suministro. Para Chile, es vital lograr un acuerdo nacional, que permita enfrentar unidos los efectos del virus y la recuperación productiva.