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en los campos. Lo más difícil de vivir en el campo es que cuando se requiere apoyo para cubrir necesidades básicas, el Estado no está para responder", dice Quintramán.
Bernardo Bello, presidente de la unión comunal rural sector El Llano de San Pablo, argumenta que una de las mayores dificultades de las familias en los campos de la región es la falta de apoyo estatal a los pequeños y medianos agricultores.
"La mayoría de las familias están dedicadas a la agricultura en pequeña y mediana escala, lo que resulta muy complicado, porque los programas son muy pocos e insuficientes. Casi no hay ayuda para el forraje de los animales o la creación del mismo; o métodos para la protección de las huertas. De eso depende el alimento de las familias, porque es su sustento económico. Usamos para la alimentación diaria los huevos, carne, leche, quesos, mantequilla, hortalizas y mermeladas, entre otros, que nosotros mismos producimos", comenta el dirigente.
Explica que las dificultades naturales que genera el invierno se ven entrelazadas con el olvido del Estado en materias como los caminos, conexión digital, acceso a la salud y la educación, entre muchos otros aspectos que vuelven más compleja la vida en el campo.
"Si una persona se enferma, llevarla a un recinto asistencial es muy complicado en muchos sectores rurales, más aún durante la noche. No tienen cómo trasladar al paciente o cómo acceder a la ambulancia, porque la mayoría de los caminos están en mal estado y oscuros. En algunos tramos están inundados por las crecidas de los ríos. Lo mismo pasa con nuestros estudiantes, que hacen tremendos esfuerzos para llegar hasta sus colegios. El transporte público desaparece en muchos sectores y las personas no tienen vehículos. Creemos que el principal problema es que todos los servicios están concentrados en las grandes ciudades y se olvidan de las familias de los campos. Ese es el problema, porque también somos personas que tenemos necesidades básicas que cubrir", sostiene el dirigente.
Aislamiento social
Natalia Rauque vive en el sector rural de Oromo, en la comuna de Purranque, donde asegura que uno de los principales problemas es el aislamiento social en que viven muchas familias de adultos mayores, sobre todo en invierno.
"Los vecinos no están precisamente a metros como pasa en las ciudades, podemos vivir en el mismo sector, pero en muchos casos ni siquiera es visible la casa, sólo parte del campo. Entonces, en invierno el frío deja a muchos adultos mayores incomunicados, dependen de un teléfono que muchas veces no tiene señal y de la buena voluntad de quienes podemos ir a verlos. Ellos han hecho una vida en el campo, pero cuando estás en la tercera edad esa misma vida de campo te golpea, porque ya no tienes las mismas condiciones físicas de antaño. Picar leña, hacer fuego y cocinar se dificultan, pero la gente en la ciudad cree que sólo el frío que sienten es lo más complicado. Imagínense que la gran mayoría tenemos que salir de nuestras casas al baño, un espacio que es muy helado, pero no tenemos otra opción", manifiesta Rauque.
Ángela Millagual vive en una zona rural de San Juan de la Costa donde la vida es muy tranquila, pero con necesidades que no siempre pueden ser resueltas.
"Los problemas económicos también golpean al campo, porque muchas cosas que antes solucionábamos en verano para pasar un invierno tranquilos, ahora no es posible. Por ejemplo, tener suficientes provisiones para pasar el invierno eso ya no es posible, porque está todo muy caro e incluso tener una chacra resulta complejo, porque tenemos el problema del poco acceso al agua y no sólo potable para el consumo humano, también para regar o darle a nuestros animales y mascotas. Los caminos son un problema, porque muchos vivimos en callejones vecinales donde ni siquiera puede entrar el Estado, con eso que no pueden hacer inversión en un terreno privado. Como que en estas zonas vivimos puros millonarios", dijo Millagual.
Agrega que otro problema es la poca conectividad con las grandes urbes, en este caso Osorno, porque el transporte público cada día tiene menor frecuencia, llegando al punto que hay sectores donde pasa una o dos veces a la semana.
"La vida en el campo es muy gratificante, pero difícil, porque estamos cada vez más olvidados por las autoridades. De hecho, con suerte conocemos al alcalde y personal municipal, pero del resto ni soñar. Mejorar nuestras viviendas también es un problema, porque no es fácil llegar con materiales a estos sectores. La gente joven igual ahora opta por vivir en la ciudad para tener oportunidades de seguir estudiando, y digo eso incluso para terminar estudios básicos y medios, porque la conexión digital no existe para nosotros", explica el campesino.
Realidad regional
Si bien esta realidad es transversal en muchos aspectos en todas las comunidades rurales de la región, quienes viven en Chiloé suman algunos factores clave como la dificultad de conexión marítima, porque dependen de ella para su abastecimiento, salud, educación, etcétera.
Claudio Levicán, profesor radicado en Puerto Montt, relata que por mucho tiempo su familia ha vivido en Queilen, donde si bien existe un sector considerado como "urbano", tampoco es como se imaginan muchas personas de las ciudades grandes.
"En mi caso, salí de Chiloé hace años, pero mis abuelos viven allá y la vida es muy distinta. Recuerdo que tenía compañeros que en invierno debían estudiar internados, porque vivían en islas donde el invierno hace muy difícil acceder a ellas en las pequeñas embarcaciones. De hecho, siempre sorprende cuando llueve un poco más en la Región Metropolitana, donde todo gira en torno a eso, pero jamás cuentan cómo vive la gente en el sur, donde la lluvia puede durar semanas con pequeñas pausas al día y el frío es parte de la vida por lo menos ocho meses del año. Y aun así la gente se levanta de madrugada para hacer fuego, cocinar, lavar ropa, alimentar a los animales y algunos a trabajar en la pesca, recolección de orilla o ir hasta Castro y Ancud para poder trabajar o vender los productos que cultivan en sus tierras", relató Levicán.
Agrega que para muchos resulta difícil pensar en caminos que son un barrial o zonas donde dependen de los caballos aún como medio de transporte.
"Es una vida totalmente distinta y probablemente más sana y saludable, pero que cada día se pone más complicada, porque quienes van quedando en los campos son adultos mayores y eso pasa porque el mismo Estado obliga a que las personas jóvenes emigren para tener una mejor condición económica y laboral. No me cabe duda que física y emocionalmente se vive mejor en nuestros campos", enfatizó el profesional de la educación.
"Jamás cuentan cómo vive la gente en el sur, donde la lluvia puede durar semanas con pequeñas pausas al día y el frío es parte de la vida por lo menos ocho meses"
Claudio Levicán, vecino de Chiloé
"Muchos vivimos en callejones vecinales donde ni siquiera puede entrar el Estado, con eso que no pueden hacer inversión en un terreno privado. Como que en estas zonas vivimos puros millonarios".
Angela Millagual, vecina de San Juan de la Costa