La vida en zonas rurales: golpeados por el invierno y el olvido del Estado
Cientos de familias en la Región de Los Lagos deben enfrentar las malas condiciones de los caminos, la falta de transporte público y de conexión digital y constantes cortes de energía eléctrica, entre otros múltiples problemas que impactan en su calidad de vida. Sus relatos evidencian que hasta el abastecimiento puede ser una odisea.
Lo que para muchos citadinos parece una postal idílica de la vida en los campos del sur del país, para los habitantes tradicionales de muchos sectores, aquellos nacidos y criados en el entorno rural, es una dura realidad que enfrentan cada invierno. Es una etapa del año donde la calidad de vida se ve impactada por factores como las malas condiciones climáticas, los constantes y prolongados cortes de energía eléctrica, malos caminos, la interrupción del suministro de agua potable y mala señal de telefonía e internet, entre otros problemas.
En la provincia de Osorno, 52.121 personas viven en las zonas rurales distribuidas en las siete comunas, mientras que en la provincia de Llanquihue hay 90.424 habitantes en el campo; en la provincia de Chiloé, 65.998; y en la provincia de Palena hay 10.132 personas, según cifras aportadas por el Censo de 2017.
Son ellos quienes, alejados de la "moda" de las parcelaciones, han enfrentado la desigualdad histórica que se genera entre las zonas rurales y urbanas. Si bien tienen demandas y necesidades diferentes, los habitantes del campo están lejos de encontrar respuestas desde los distintos organismos del Estado. Esto, pese a que los discursos de los distintos gobiernos y autoridades siempre apuntan a la igualdad territorial para frenar la migración campo-ciudad.
Según estudios realizados por el Ministerio de Agricultura, el 76% (236) del total de comunas del país (345) están tipificadas como rurales; en el caso de la provincia de Osorno, sólo la comuna capital es reconocida como urbana, las otras seis están categorizadas como rurales.
A nivel nacional, sólo el 53% de la población rural tiene acceso a la red pública de agua potable, lo que se evidencia en el caso de la provincia osornina, donde más de seis mil familias dependen de la entrega del vital elemento en camiones aljibe; asimismo, 59 comunas rurales del país no cuentan con una farmacia en sus territorios, mientras que 86 carecen de una sucursal bancaria (la comuna de San Juan de la Costa es una de ellas, en ambos casos).
Además, se suma que la tasa de pobreza en comunidades rurales llega a 16,5% y la informalidad de la actividad económica es del 65%, mientras que el 25% de las personas en zonas rurales trabaja en el rubro agrícola, forestal o pesquero. Sólo el 16% de la población del campo tiene acceso a banda ancha y el 39% de los hogares rurales cuenta con una vivienda precaria.
Una realidad que sólo es posible entender a través del relato de sus protagonistas, quienes dan cuenta que a pesar de las dificultades, su amor por la tierra y el paisaje sureño es mayor.
Trabajo y vida rural
Elías Quintramán vive en el sector de Cofalmo, en la comuna de San Pablo, donde los inviernos están marcados por el mal estado de caminos y callejones.
"Lo primero es que tenemos que ser muy precavidos para abastecernos en verano de alimentos para nosotros y los animales como aves, corderos y mascotas. Sabemos que si el invierno viene duro, es muy difícil llegar a Osorno, que es donde se hacen las compras, e incluso hay días que aunque uno quiera, es imposible, porque los caminos están intransitables por el barro que se pone como jaboncillo. Ahora, la vida acá es muy distinta, porque tenemos que tener fuego muchas horas en el día, por la humedad y para cocinar, incluyendo el pan, porque no hay almacenes como en las ciudades", explica.
Agrega que otra complicación es el tema sanitario, porque no todos tienen instalaciones al interior de las casas.
"Salir de la vivienda a realizar las necesidades biológicas es un tremendo riesgo de contraer un resfriado, aunque nuestros adultos mayores están acostumbrados. El problema es cuando llueve mucho y las fosas terminan colapsadas, por eso están lejos de las casas o zonas de siembra. También sabemos que la luz es un problema en el invierno, va y viene, pero estamos acostumbrados, porque ese tipo de adelantos no tienen más de 30 años
"Creemos que el principal problema es que todos los servicios están concentrados en las grandes ciudades y se olvidan de las familias de los campos"
Bernardo Bello, dirigente social y campesino