Ruidos molestos en las poblaciones
Desde el término de las medidas de confinamiento se ha evidenciado un progresivo deterioro de las normas de convivencia social. Ya no es sólo Pelluco desde donde se reporta el desenfreno nocturno. También ocurre, con mayor o menor nivel, en otros barrios.
Hay que prestar muchísima atención a las demandas por seguridad ciudadana que están aflorando en todas las encuestas de opinión pública que se han dado a conocer en las últimas semanas. Como si fuera una bola de nieve, pareciera que bastó que se acabaran las medidas de confinamiento por la pandemia para que emergiera un nuevo escenario de convivencia social, marcado por la falta de límites y de respeto hacia los otros. Tal como se dice por ahí, todo indica que se corrió el cerco de lo aceptable, y lo que antes se encontraba en la frontera de lo permisible, hoy se practica sin más, porque impera más la regla del bien propio que la de la tolerancia y solidaridad.
Si bien a nivel nacional hay ya múltiples ejemplos, vale la pena mencionar lo que ha sido el máximo ejemplo de este irrespeto en Puerto Montt: el desenfreno nocturno que periódicamente se apodera del barrio de Pelluco, con carreras clandestinas, fiestas hasta altas horas de la noche en la vía pública y las amenazas directas hacia los residentes que se atreven a pedir un freno. Pero esto, lamentablemente, fue sólo el comienzo. Este último fin de semana, para no ir tan lejos, Carabineros de la ciudad tuvo que atender numerosos llamados telefónicos de vecinos angustiados por los ruidos molestos, ingesta de alcohol en la vía pública y amenazas, de nuevo, en barrios distintos al de Pelluco, como ocurrió en Puerta Sur, Alerce Sur, Padre Hurtado y Vicuña Mackenna.
Esto, qué duda cabe, contribuye a la sensación de inseguridad ciudadana que se ha apoderado de la población. La reiteración de estos episodios, la falta de un plan integral y de normas que obliguen a una mejor convivencia terminan impactando en la calidad de vida de los ciudadanos, que por algo han colocado a la seguridad dentro de las primeras prioridades de acción gubernamental.
Al Gobierno le compete responder a esta inquietud con claridad y estableciendo un plan que dé cuenta de la nueva demanda, antes que los problemas de Puerto Montt vayan escalando hacia escenarios donde finalmente será imposible cualquier previsión o control.