Correo
Desastre ambiental de Calbuco
El más reciente desastre ambiental asociado a la industria salmonícola, ocurrido en Calbuco, fuera de ocasionar indignación y preocupación en la comunidad, pone de relieve nuevamente la escasa conciencia de quienes ejercen en este rubro respecto de la importancia que tienen los ecosistemas marinos. Este desastre, sumado a anteriores como Seikongen, Punta Redonda, Caicura y el reciente hundimiento de un pontón cargado de combustible y alimentos en Quillaipe, están devastando el Seno de Reloncaví y debieran provocar una reacción por parte de los organismos gubernamentales que vaya mucho más allá de sumarios y multas.
Se requiere de autoridades proactivas que visualicen soluciones de largo plazo. Además, se necesita de un mayor ordenamiento territorial asociado a la capacidad de carga de los ecosistemas, coordinación efectiva y capacidad de fiscalización con una mano más dura, pues está demostrado, no basta con la sola facultad, se requiere dotación, equipos y presupuestos mayores.
El sector acuícola debe asumir el costo que implica su operación en nuestro territorio. Externalizar los costos e internalizar las utilidades resulta un abuso impresentable. Por su importancia y peso en la economía, la industria tiene la obligación de dar una respuesta concreta y no sólo disculpas, es inaceptable que se esgrima la baja tasa de estos "accidentes", pues simplemente no deben ocurrir, máxime cuando ocurren por conductas negligentes que lindan en la criminalidad.
Jaime Sáez Quiroz, de la ONG Alerce Andino
Estallido social y pobreza
Ya estamos viendo la satisfacción que muchos sienten y pregonan, incluyendo a parlamentarios, alcaldes y otros más que siguen sintiendo por la consecución de hechos que vimos meses pasados, y que lo sacan como bandera de lucha o carta de triunfo.
Me refiero al estallido social. Cómo es posible que celebren aún el daño irreparable y las pérdidas cuantiosas que no sólo sufrió el Estado, que bien podría haber servido para paliar la pobreza que se está viviendo en el país, sino también de miles de pequeños comerciantes y ciudadanos.
¿Cómo no sentir pena por tantos de ellos? Es cierto que ese fenómeno pudo haber tenido muchas causas que venían erosionando el alma nacional, como es la desigualdad. Pero esas desigualdades no se solucionan con violencia.
Hasta cuándo tenemos que decirlo, violencia, más violencia, es pobreza sí o sí.
Debemos recordar que cuando una sociedad pierde la sana convivencia; cuando aparece una polarización, ganan los anárquicos, los extremos y lo peor, los comercios ilícitos, robos y cuanto hay. ¿O no nos damos cuenta?
Mariano González Riquelme
Plebiscito e inseguridad
Falta un mes para el plebiscito y abunda la inseguridad en La Araucanía. Mala señal.
Pedro Herrera
Ámbar y Norma
La vida de Ámbar y la vida de Norma fueron arrebatadas por la desquiciada actitud de sicópatas que hicieron de las suyas. ¿Se pudo evitar? Obviamente que sí se pudo evitar.
Hay que cuestionar las gravísimas fallas del sistema para poner atajo a este tipo de crímenes. La vida de mujeres no puede estar en juego, el dolor cubre todo, el lamentarse no concuerda con una sórdida realidad de hechos que han acontecido y que generan honda preocupación.
¿Qué se hace? Se dicen una y mil recetas para evitar que sigan ocurriendo hechos tan tristes y espeluznantes, ¿pero qué criterios se toman que no sean sólo cliché para la entrevista o simplemente contribuir a charlas de disque expertos sin experiencia que maquillan una realidad que no puede seguir sumando?
El dolor es real en la familia y los amigos de Ámbar y Norma. Ellas ya no están, se les arrebató la vida, ¿y quién le pone coto? No pueden seguir habiendo fallas en el sistema.
Frank Lambarri
Desconfinamiento
La población ha sido engañada con la esperanzadora y ficticia ilusión de la leve mejoría. Esto no es culpa de la gente. Las autoridades son las responsables de regular el funcionamiento de los establecimientos y también la fiscalización del cumplimiento de medidas preventivas al pasar de "cuarentena" a "transición". La gente no es culpable de la necesidad de abastecer sus negocios para subsistir.
La población no ha sido capacitada con reales campañas de promoción/prevención como, por ejemplo, que conglomeraciones pueden ocasionar infecciones. No existen campañas de comunicación que acompañen a la población en estrategias o medidas educativas de prevención.
María Jesús Hald, académica de la Universidad Andrés Bello