En tiempos de pandemia, una bondad extraña recubre el alma hasta del más común de los mortales, y éste siente inclinación a justificar los excesos de las peras que produce el olmo. Porque saber de un enfermo, de un deceso, de un accidente teniendo como telón de fondo la pandemia, genera solidaridad. Pero hay salidas de madre que generan explicaciones (encierro, tensión, hipertensión), que olvidan olímpicamente la existencia de especímenes -peras del olmo- que viven en estado de pandemia permanente y se dedican a mostrarlo y demostrarlo al mundo.
Ejemplares de tal naturaleza existen en número muy superior a la cantidad de ventiladores mecánicos disponibles en Europa y América, incluyendo el cargamento comprado por Chile, que viaja todavía desde alguna galaxia con destino a Cerrillos.
Resulta altamente humorístico -algo que el espécimen no sabe- su discurso clasista y racista, porque hace mucho el horno dejó de estar para bollos medioevales, aunque de vez en cuando haya "mostradas de hilacha", dignas de huaso que arrastra el poncho, o de teutón al que se le derrama el jarro de cerveza. Años ha, estaban aquéllos que hablaban de "Gente Como Uno" o "Gente Como Nosotros", como si existiese una variedad específica -a la que pertenecían- que los hiciese saltarse los procesos digestivos y el agusanarse a la hora de los quiubos.
Ahora, hemos escuchado "pungas aparecidos y no alemanes", expresión de porfíados que no mutan. O sea, no se ponen "buena gente", como dijo el ministro de Salud en las semanas en que comenzaba a equivocarse medio a medio -y sin remedio- y en que era aplaudido por profesionales del aplauso y del confort mental.
En realidad, para referirse a las peras del olmo, hay una amplia gama de chilenismos, muchos de ellos terminados en ón. Grandes hombres estudiosos del folclor han dejado constancia de la sabiduría popular a través de dichas expresiones. Pero la más gráfica de ellas es la que habla de "Mata de...", que un compositor completó en una tonada muy conocida, agregando "arrayán florido", cuando en realidad quiso decir otra cosa.
Jorge Loncón, escritor