Tanto en el centro de las ciudades como en los sectores residenciales, es habitual una postal: perros abandonados buscando alimentos o simplemente la atención de los peatones. Esta escena plantea una paradoja: si la mayoría de la ciudadanía tiene un gran apego a las mascotas, ¿por qué, entonces, hay tantos casos de abandono?
Hay muchas familias que se preocupan porque sus perros o gatos se encuentren en buen estado, lo que implica invertir en alimentos, vacunas, vestuario, entretención, atención veterinaria, etc. Como resultado de ello, ha nacido todo un comercio de productos para los animales y clínicas veterinarias.
Pero por otro lado, está el punto negro, de los centenares de perros que están abandonados en las calles de las ciudades a lo largo del territorio nacional. A ellos se añaden los casos de violencia contra estos seres indefensos que día a día suman más. Especialmente contra perros y gatos, pero también en ocasiones se han conocido casos de maltrato contra otros animales, especialmente en el sur. Son situaciones que deben llamar a la reflexión y que requieren medidas para contrarrestarlas.
Hay municipios que se preocupan de mantener caniles, con el fin de reducir la cifra de perros vagos. No obstante, aún hay mucho por hacer.
Las organizaciones de protección animal han planteado su preocupación por este abandono y han sugerido que las familias adopten mascotas y no las compren. Con todo, este tipo de desafíos requiere múltiples respuestas; y no puede dejarse de lado el mensaje de tenencia responsable de mascotas.
Así, hay que combatir el maltrato, a través de la denuncia ante los organismos policiales, para que quienes atenten contra los animales sean buscados y sancionados.
Pero no es suficiente, porque al igual que en otros problemas sociales se requiere, junto con la coerción, un cambio de mentalidad, principalmente en las nuevas generaciones.
Una tarea que debe empezar para evitar que el abandono y el maltrato animal sea un problema aún más grave.