Régimen de Maduro
El gobierno aparece complicado por la interpretación contradictoria que tienen sus miemrbros de la dictadura venezolana. Boric ha reiterado que no cree que en Venezuela exista democracia, detalle que le ha costado serios ataques.
Una escalada de declaraciones se ha registrado entre Chile y Venezuela, a propósito de los problemas de seguridad de nuestro país. Mientras en La Moneda han puesto sus acentos en los peligros, por ejemplo, del Tren de Aragua, Caracas los ha minimizado, apuntando, en algún momento, que se trataba de invenciones mediáticas.
El riesgo de caer en un debate absurdo con las autoridades venezolanas es real y peligroso. Ese país vive una dictadura, que no respeta los Derechos Humanos, no cree en la democracia, no avala la existencia de la oposición y parece decidida a mantener el objetivo de exportar, a cualquier precio, su proceso revolucionario al continente.
En Antofagasta, el Presidente de la República, Gabriel Boric, respondió a su par venezolano, Nicolás Maduro, quien lo invitó a sostener un diálogo directo para afrontar el crimen organizado.
"Me parece importante de las palabras de ayer (lunes) del Presidente Maduro, uno, el reconocimiento de la existencia y peligrosidad del Tren de Aragua", indicó el jefe de Estado, tildándolo como "un avance respecto a lo que había sido anteriormente". En segundo lugar, aseguró que "nosotros estamos disponibles a tener todas las instancias de diálogo que sean necesarias para combatir el crimen nacional y el crimen transnacional". "Lo que le corresponde a Venezuela es colaborar y ojalá cumplir y entregar a los delincuentes que cometieron un crimen gravísimo como es el asesinato del exteniente Ojeda. Vamos a trabajar en esa línea, si para eso es necesario hablar con Maduro, no tengo ningún problema", dijo el Jefe de Estado.
Existen fundadas sospechas de que organismos de Venezuela han ejecutado crímenes políticos en suelo nacional; se añade que es una nación que no colabora en el control de la delincuencia que ha salido de sus fronteras . Chile debe mantenerse firme y dispuesto a mantenerse en conversaciones, pero con absoluta conciencia que la credibilidad de la dictadura de Maduro es bajísima y puede esperarse siempre lo peor.