Seguridad y educación vial
Las normas que se han dictado en esta área deben ir aparejadas de un cambio de conducta en beneficio de los otros.
Cuando en 2018 entró en vigencia la Ley de Convivencia Vial, se buscaba normar la relación de los distintos medios de transporte y peatones que ocupan las calles. Una de sus disposiciones dio reconocimiento legal a las bicicletas, scooters y patinetas como medio de transporte, pero a la vez estableció que los ciclistas deben cumplir con la normativa de tránsito y que si no lo hacen podrán ser multados. La Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito decía que la ley sería un gran aporte al orden urbano.
Han pasado casi cinco años y se reconoce que la aplicación de la norma ha sido compleja. Para muchas personas la legislación fue "letra muerta", pues los distintos usuarios de las calles mantienen una conducta irrespetuosa contra los demás. Los más perjudicados son los transeúntes y ciclistas.
La Encuesta de Convivencia y Seguridad Vial, de la Asociación Chilena de Seguridad y Datavoz, revela que la interacción en las calles es hostil, sobre todo en las grandes ciudades, donde el 59% de las personas declaró observar "mucha agresividad y violencia" en conductores y peatones. Los encuestados dijeron que era "muy probable" ser parte de un altercado verbal o físico con un conductor del transporte público (36%), con un taxista (32%), con un ciclista o usuario de scooter (24%) y con un automovilista (21%). La percepción de ser parte de una discusión verbal se explica, en parte, con que un 20% de los encuestados admitió haber sido partícipe de agresiones verbales contra otros usuarios de la vía pública.
En 2017 comenzó otra de las modificaciones, que bajó la velocidad máxima de los vehículos motorizados en zonas urbanas, de 60 a 50 km/h. La finalidad fue equiparar a todos los modos de transporte y que cada uno cumpliera con sus derechos y obligaciones en la movilidad, tomando en cuenta especialmente a los peatones y ciclistas, que son los más vulnerables.
Las autoridades reconocen que a pesar de que las modificaciones a la ley del tránsito persiguen mejorar la convivencia, no se ha logrado un notorio cumplimiento a la normativa. Todos quisieran cambios más rápidos y eficientes, porque son vidas las que están en juego; sin embargo, falta mucho para alcanzar ese objetivo. Es esperable que cada usuario respete las normas, asumiendo la cultura del respeto a los demás actores, y que los fiscalizadores hagan cumplir la legislación.