Municiones de alta peligrosidad
El hallazgo en Puerto Montt de cartuchos que atraviesan los chalecos antibalas es una inquietante señal del poder de fuego de las organizaciones delictivas.
Aunque la atención de la opinión pública lleva más de un mes ya, y con razón, en torno a los sucesivos escándalos del Caso Convenios (donde la Región de Los Lagos tristemente ocupa una parte central), no hay que olvidar que el flagelo de la delincuencia y avance del narcotráfico, que la población ha estimado como la primera prioridad, sigue vigente en las calles del país. En este sentido, la semana recién pasada, la PDI anunció la realización de dos operativos que permitieron desarticular operaciones de tráfico de drogas en Puerto Montt, con ramificaciones en Talca y la provincia de Palena. En aquellas diligencias se decomisó droga y armamento, aunque el detalle que las hizo diferentes a otras estuvo en el hallazgo de municiones de alta peligrosidad, que permiten atravesar los chalecos antibalas.
Se trató de 300 municiones, entre adaptadas y .40, que la policía advirtió son de elevado riesgo para la integridad de las personas que portan los citados chalecos. Este hallazgo permite esbozar el nivel de organización de las agrupaciones delictivas y, por su cierto, de la temeridad que están dispuestas a adoptar para el éxito de sus actividades fuera de la ley. Una munición que atraviesa chalecos antibalas implica un escalamiento inquietante en el desparpajo de los narcotraficantes que operan en la Región de Los Lagos, pues con aquella se apunta evidentemente a dañar a los efectivos policiales que se dedican a investigar y capturar a quienes inundan con droga las calles y pasajes de las ciudades del sur austral.
En esta oportunidad, afortunadamente los operativos de la PDI permitieron decomisar estas municiones de las que se harían delincuentes de la zona, pero pocas garantías hay de que contrabandos similares hayan llegado ya a la región o bien se apresten a llegar, dado que el narcotráfico ha demostrado siempre tener la capacidad de hacerse de más y mejores armas para cometer sus ilícitos.
En este escenario, es urgente que los poderes Ejecutivo y Legislativo, aun con todo lo emporcado que esté el debate político por las transferencias a fundaciones, saquen adelante la agenda de seguridad, que cíclicamente aparece en la esfera pública cuando se produce algún hecho que lamentar. El narcotráfico sigue avanzando y el Estado necesita de herramientas poderosas y efectivas para hacerle frente.