Aumento del tráfico de drogas
El Informe 2022 del Observatorio del Narcotráfico ha dejado preocupantes datos acerca de la realidad en Los Lagos. Una de las expresiones más decidoras del flagelo se da en la penetración del microtráfico de drogas en las poblaciones.
Prácticamente todas las encuestas de opinión en el país están mostrando que la delincuencia y el narcotráfico están ocupando la principal prioridad en las preocupaciones de la ciudadanía, a veces en esos ítemes y en otras bajo la categoría de seguridad ciudadana. En un vuelco sostenido de lo que son las demandas de la población, hoy por hoy el temor a ser víctima de algún delito, ya sea en la vía pública o en la intimidad del hogar, se ha transformado en la inquietud preponderante de las personas, que le exigen al Estado un actuar decidido para combatir un flagelo que avanza, sobre todo, a paso firme en los barrios y poblaciones. El Presidente Gabriel Boric pareciera haber comprendido este escenario, impulsando, por ejemplo, acciones en contra del crimen organizado.
En este sentido, debería llamar la atención el reciente Informe 2022 del Observatorio del Narcotráfico que elaboró el Ministerio Público, el séptimo en su especie, y que sitúa a Los Lagos como la segunda región del país donde se observa el mayor crecimiento en el decomiso de dinero, bienes raíces y vehículos en delitos relacionados con la droga. Los números son decidores: de $30 millones incautados en bienes el año 2016, se experimentó el salto a $210 millones en 2021, al tiempo que los imputados por delitos vinculados a la Ley de Drogas experimentaron una variación de 130% entre los años citados.
Donde quizás mejor se expresa esta realidad es en las poblaciones de Puerto Montt. A decir de representantes de Carabineros y de dirigentes sociales, se está apreciando un evidente incremento en el microtráfico de drogas, que estaría dejando grandes ganancias a distribuidores producto de más consumidores jóvenes y del abultamiento de las sustancias que se hace en laboratorios clandestinos. De hecho, este año ya se han desbaratado dos de ellos, uno en la capital regional y otro en Osorno.
El deterioro de la figura de la autoridad, la normalización del consumo de marihuana (ventilado incluso de modo irresponsable por figuras públicas) y la falta de expectativa entre los jóvenes han confluido en un escenario que exige ahora la mayor decisión del Gobierno y de las instituciones policiales para ponerle, al menos, un freno.