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de centroderecha y centroizquierda de manera bastante transversal y eso puede ser una garantía de que, finalmente, lo saquemos adelante. Por eso, hago un llamado a todas aquellas personas que no se han querido sumar a esto a que se puedan sumar y que, más que pretender que el proceso fracase nuevamente, de aquí a diciembre del próximo año puedan ser capaces de sumarse, llevar candidatos, nominar los expertos que correspondan, para garantizar el éxito del proceso.

-Usted ha dicho que es un "acuerdo perfecto", pero que tuvo cambios de opinión en el proceso. ¿Qué tuvo que ceder o qué le falta?

-Entiendo que en el mundo que yo represento a algunos les hubiese gustado no cambiar la actual Constitución. Su ideal de Constitución es la que actualmente rige. Yo cuando voté rechazo en octubre del 2020 tenía la misma visión, pero la modifiqué.

-Pero no acordaron nada en el escenario de un nuevo rechazo. ¿No es posible un tercer proceso?

-No, no fue parte de las conversaciones.

-Se lo pregunto porque cuando fracasó el primer proyecto hubo un vacío sobre si se seguía o no intentando.

-Se deja abierto, porque además todos queremos que al proceso le vaya bien y creo que ponerse en la hipótesis de que el proyecto fracase también es algo negativo en cuando a las señales que se estén mandando. Nosotros esperamos que este proceso sea exitoso.

-Ha sido motivo de discusión la definición del término "experto". Usted ha dicho que estos deben tener trayectoria, entender la política y habilidades blandas. ¿En qué proporción cada una?

-Son todas muy importantes. Es muy importante que cuidemos mucho los nombres. Los expertos son un hito fundacional en el proceso, lo que significa que podamos nombrar personas que, entre comillas, se puedan defender solos de cualquier crítica y tengan la capacidad de mostrar experiencia y trayectoria, currículum académico y habilidades blandas, que son importantes en una conversación de esta importancia. Si aparecemos nombrando personas que hagan pensar a la gente que el proceso fue capturado por los partidos políticos, haremos que el proceso constituyente empiece cojo. Por eso me parece que hay que tomarse con mucho cuidado y responsabilidad este hito inicial.

-Hay problemas de legitimidad en juego. De cualquier modo, son los partidos los que van a nombrar a los expertos y también los que van a nominar a los consejeros para que la gente vote.

-Yo diría que es el primer desafío de quienes queremos lo mejor para Chile es cuidar el proceso constituyente a partir de sus hitos iniciales, el nombramiento de los expertos, de participar con la voluntad de que esto sea exitoso. Si va a participar con la voluntad de que esto fracase, evidentemente creo que la ciudadanía se va a dar cuenta de quiénes son las personas que están en eso. Por eso la invitación que hago a todas esas personas que tienen diferencias o reticencias respecto de lo importante que se hizo, ojalá se puedan sumar con la voluntad de colaborar para que este proceso sea exitoso.

-En estas mismas páginas la semana pasada el académico español Carlos Pereira dijo que ha dedicado toda su vida al derecho, pero que aun así no se consideraba experto en escribir constituciones. Hay quienes han propuesto hasta exdirigentes sindicales para redactarla. ¿Cuál es el rango para ser experto?

-El experto está pensado en personas que puedan colaborar en temas de políticas públicas, con conocimiento de los temas que están involucrados en una Constitución, desde la perspectiva académica, de la experiencia profesional, de la experiencia de vida. Hay un requisito académico de tener una carrera de más de ocho semestres de duración, un requisito de experiencia de más de 10 años, pero nosotros estamos pensando en personas que mezclen no solo algunos conocimientos, sino otras experiencias y profesiones. Hoy estamos en un estudio acucioso de llegar a las personas indicadas para que, siendo el hito fundacional del proceso, sean las adecuadas para partir bien y darle la legitimidad necesaria.

-¿Cómo va ese acercamiento con sus posibles candidatos? ¿Hay interés?

-Va bien, hemos conversado con muchas personas y esperamos tener novedades en las próximas semanas. En general he visto a personas con voluntad y vocación pública y la disposición de que a Chile le vaya bien en este momento; he visto bastante disposición de participar y colaborar, a pesar de que esto tiene costos. Hay inhabilidades, mucho trabajo. Las personas que llegan acá no lo van a hacer por la remuneración, sino por el sentido histórico y la trascendencia que debe tener este proceso que esperamos que esta vez sí sea exitoso.

-¿Ex parlamentarios?

-Los parlamentarios son personas que tienen una experiencia en tramitación legislativa y constitucional, por lo tanto, no descarto que puedan estar involucradas personas que hayan sido parlamentarios.

-¿Qué rol podrían tener los ex Presidentes?

-No como expertos en la nómina de los 24 nombrados por el Congreso, sino como personas que por su experiencia y trayectoria en esta materia en específico pueden servir mucho la proceso. Yo he tenido la oportunidad de conversar con algunos de ellos y sé que al menos Eduardo Frei, Ricardo Lagos y Sebastián Piñera están disponibles a proporcionar los insumos, su trayectoria de vida, y no tengo ninguna duda de que Michelle Bachelet también. Nos parece que estamos en presencia de personas que pueden colaborar, no en el comité permanente de expertos, porque estamos buscando personas de otras características y los expresidentes de alguna manera como que ese órgano no les encaja de manera adecuada.

-¿Qué tan amplia va a ser la lista de candidatos?

-Nosotros queremos que se integren todas las fuerzas que estuvieron por el Rechazo. Acá tenemos que trabajar todos juntos por el éxito del proceso y eso incluye desde Demócratas y Amarillos, e incluso el Partido Republicano si evidentemente quiere trabajar por el éxito del proceso, no por su fracaso.

-Fueron socios en el Rechazo, pero ¿caben ahí visiones de sociedad distintas como las de Demócratas y Amarillos?

-No es tan así. Ve las declaraciones de Carlos Maldonado, nosotros hacemos la invitación a todos ellos. Ojalá sea bien recibida porque estamos con un buen espíritu porque además esta elección tiene dinámicas distintas a las que han tenido las elecciones anteriores.

Nuevo fiscal nacional

-Ya hay dos fallidos intentos de nombramiento del nuevo fiscal nacional. ¿Qué debe hacer la Corte Suprema, un nuevo proceso o solo completar la quina?

-Primero hay que escuchar la opinión de la Suprema si es que hay alguna factibilidad de hacer el concurso nuevamente. Me parece que, salvo una situación muy excepcional, la Suprema debería complementar la quina y elegir un nuevo fiscal nacional. Ojalá se pueda construir un acuerdo entre el Gobierno y el Senado para poder hacerlo a la brevedad posible. Pero es un tema todavía en desarrollo.

-El Presidente Boric le otorgó responsabilidad al Senado.

-Yo creo que las responsabilidades son bien compartidas. El sistema no es malo, participan los tres poderes del Estado. Acá hay un problema más de índole estructural, que no tiene tanto que ver con el sistema, sino que básicamente con que personas con trayectoria académica, profesional que podrían ser excelente fiscales nacionales no postulan a este cargo, y no lo hacen básicamente por la dinámica que se han visto en las semanas a propósito este nombramiento, con una serie de conjeturas que se elaboran alrededor de cada uno de los candidatos, con una serie de ataques a la trayectoria, a las causas que han tenido como profesionales. Me parece que el proceso ha estado bastante intoxicado con ese tipo de cosas y se ha transformado es un impedimento para que personas que tienen la capacidad y el mérito no postulen porque ven que esto se juega con otras lógicas, con el desprestigio, la difamación. Además, obviamente, de la incapacidad de las fuerzas políticas en el Senado y el Gobierno de ponerse de acuerdo con los nombres que han postulado y que ha definido la Corte Suprema.

-En este proceso han surgido temas que parecen todavía seguir abiertos, como la corrupción. ¿Cómo se cierran estos temas para que no sigan apareciendo?

-Se cierran con responsabilidad. Acá cada persona quiere sacar la cuña más polémica o la denuncia más fuerte respecto de temas que ocurrieron hace 10 años atrás. La propia candidata Marta Herrera hizo declaraciones que me parecieron inapropiadas con posterioridad al rechazo a su nombramiento que a lo mejor demuestran las razones por las cuales no tenía que ser nombrada como fiscal nacional.

macaya a pocos minutos de que se ingresara la reforma para el proceso constituyente.

Columna

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Señales de alarma

El Acuerdo por Chile del 12 de diciembre de 2022 es un destacable rendimiento del sistema político chileno. Pero así como el dramático Acuerdo del 15 de noviembre de 2019 no aseguró un proceso constituyente virtuoso, el del 12 de diciembre tampoco es garantía de futuro esplendor, especialmente por las tendencias a la fragmentación y polarización que subyacen al sistema político chileno.

La primera señal de alarma se advierte en la dificultad de lograr el acuerdo: no se pudo bailar cueca con él; afortunadamente llegó antes de Navidad. La segunda señal la dieron el Partido de la Gente y Republicanos al no firmar el pacto, aunque este último partido siempre se mantuvo ajeno. Para el Partido de la Gente, el pacto sería producto de la 'cocina política', las 'cuatro paredes' y todas las metáforas que desconocen cómo funciona la democracia representativa. Para Republicanos, la reforma de la Constitución actual sería suficiente para salir del entuerto. La tercera señal vino desde la coalición de gobierno, especialmente de miembros del Partido Comunista y el Frente Amplio, para quienes el Acuerdo fue insatisfactorio. El presidente tuvo que salir a recordar el resultado del plebiscito para ordenar un poco las filas. La cuarta señal de alarma es la decisión de ingresar la reforma constitucional que implementa el Acuerdo a través del Senado y no por la Cámara, por donde ingresaría originalmente. Se presume que el Senado la tramitaría con menos controversia y se anticipa que la Cámara sería inmanejable. La experiencia reciente en el Senado, con el rechazo de las propuestas a fiscal nacional hechas por el gobierno, no avalan mucho esta presunción.

El problema, sin embargo, es de fondo. Existe una alta fragmentación en la política chilena y una tendencia a la polarización que afectan la gobernabilidad del sistema desde hace algunos años. Esto es notorio en la Cámara. En ella, la lógica de fragmentación se observa en la iniciativa parlamentaria de los retiros, en la llegada de independientes con poca votación a la Cámara, en la aparición de partidos no doctrinarios sin vínculo con la democracia representativa, y en la renuncia fácil de cualquier diputado al partido bajo el cual salió electo. La lógica de polarización, en tanto, se aprecia en que luego del plebiscito de salida hay dos derechas (Republicanos y el bloque UDI-RN-Evópoli) situadas más a la derecha que antes; el centro político está más despoblado, como lo estaba en la Convención; y la izquierda -Frente Amplio, Partido Comunista y Partido Socialista- se ubica más a la izquierda que en la etapa anterior (ver 'Polarización y fragmentación en la Cámara de Diputados' 2022, CEP). La implementación del Acuerdo por Chile, donde la Cámara juega un rol relevante eligiendo expertos, proponiendo un Comité Técnico y discutiendo la reforma constitucional, se llevará a cabo en condiciones políticamente poco auspiciosas.

Fuera de la Cámara, la fragmentación y polarización suma y sigue. Según información del Servel, podríamos tener más de treinta partidos en un futuro cercano. Entre ellos están el Partido Social Cristiano de origen evangélico, cuyos ejes son el desarrollo de la espiritualidad y la defensa de la familia; el Partido Fuerza de la Muchedumbre, que asume la 'corrupción de la clase política' como su punto de partida, y que cree en un Estado 'minimalista y funcional'; o el Partido Fuerza Popular que se declara 'antineoliberal' y apunta a la construcción de un Estado de bienestar. La oferta política es a la carta.

Con todas estas señales de alarma, el desafío de política chilena en los próximos años es transformarse a sí misma por medio de un acto de depuración de los virus populistas, localistas, particularistas que ya están en su cuerpo gracias a la fragmentación, y de los otros virus hegemónicos, autoritarios y sectaristas que la polarización agrega. La gran tarea del Consejo Constitucional es la reforma del sistema político para contener ambas tendencias, incluso resistiendo la influencia de los incumbentes. Solo limitando estos peligros se puede construir una democracia representativa, liberal e inclusiva.

"El desafío de política chilena en los próximos años es transformarse a sí misma por medio de un acto de depuración de los virus populistas, localistas, particularistas que ya están en su cuerpo gracias a la fragmentación".