El triste centro de Puerto Montt
Prácticamente hay consenso en que desde el estallido de 2019, el principal sector de la ciudad dejó de ser lo que era. Las autoridades tienen la obligación de ir diseñando un plan para recuperar los espacios públicos, más allá del comercio ambulante.
Para nadie puede ser un misterio que el centro de Puerto Montt, como el de otras tantas ciudades del país (admitiendo que Santiago y Valparaíso son los casos más emblemáticos), experimentaron un brusco cambio desde que el 18 de octubre de 2019 se desatara el estallido social. La ola de violencia que empañó las legítimas manifestaciones ciudadanas terminó no sólo por provocar una modificación estética de la zona céntrica, con cortinas metálicas y protecciones de todo tipo para evitar los saqueos que abundaban en esa época, sino que también derivó en un cambio de hábitos de la población, agudizado todavía más una vez que la pandemia encerró a los chilenos en sus casas por prácticamente dos años.
Hoy por hoy, la capital regional de Los Lagos, próspera urbe y puerta de entrada a la Patagonia, parece ser una ciudad gris, pero ya no por las lluvias y los cielos nublados, que son parte constitutiva del sur del país, sino por la tristeza y desamparo que exuda de aquellas paredes que antaño eran vistosas mamparas comerciales, y que hoy no son más que una puerta tan ploma que aprisiona el alma. Muy difícil va a ser que Puerto Montt aspire a consolidarse como polo turístico (que tiene todas las condiciones), mientras caminar por las calles de la zona céntrica no inspire atracción o encanto, sino que miedo, pues a ningún visitante extranjero que recorra la ciudad le va a ser esperanzador caminar por calles que tienen el vivo recuerdo de refriegas.
Por cierto, es casi un imposible esperar o exigir que el cortinaje metálico ceda en su mayoría. El recuerdo está fresco y es totalmente legítimo y obvio que propietarios y ocupantes se preocupen más por la seguridad que por el sentido estético de la ciudad. Para que ello ocurra, se requiere antes que el Gobierno otorgue garantías de mantención del orden público.
No obstante, también quizás sea la hora de que las autoridades, gubernamentales y municipales, empiecen a explorar fórmulas que contribuyan efectivamente a la recuperación del espacio público (más allá de la acción contra el comercio ambulante), considerando además que quedan pocos meses para que se entregue el flamante Paseo Costanera. De poco servirá este nuevo espacio si las calles circundantes no se sacuden del pesar que las embarga.