El comercio es uno de los sectores más atacados por la delincuencia y junto con afectar a los comerciantes en su patrimonio y seguridad, también desalienta la inversión en la ampliación de establecimientos y en la iniciación de nuevos emprendimientos. Y con ello también se limita el crecimiento de las fuentes de empleo, con lo cual el daño tiene una notoria derivación social.

La encuesta de victimización elaborada por el Departamento de Estudios de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Chile (CNC) ha revelado que, durante el primer semestre de este año, un 58,6% de los locales en el país fueron víctima de algún delito, lo que representa un alza significativa si se considera que en el segundo semestre del año pasado la tasa de victimización fue de 47,9%.

El sondeo se realizó en 1.214 establecimientos de Iquique, Antofagasta, Viña del Mar-Valparaíso, Gran Santiago, Concepción-Talcahuano, Temuco y Puerto Montt. Tanto a nivel nacional como en cada una de las ciudades consideradas en el estudio hubo incrementos de los delitos. En la capital regional la victimización pasó de 35,7% a 60,9%, por ejemplo.

Este aumento de la delincuencia ha llevado a los comerciantes a reforzar sus medidas de seguridad, como la instalación de más cámaras de seguridad, alarmas, rejas y contratación de guardias. En la encuesta, un 65,2% dijo tener gastos fijos mensuales en seguridad, con una mediana mensual que difiere según tamaño de empresa, fluctuando desde un millón y medio de pesos en las grandes hasta 300 mil en las microempresas.

La delincuencia es un tema que preocupa a los ciudadanos en general, y al comercio en particular, porque ven que, más allá del Gobierno de turno, esta no cede, por lo cual desde diversos sectores se hacen frecuentes llamados a las autoridades para que lo aborden de forma constante y persistente y no solo en algunas épocas del año. Es evidente que se requiere de forma urgente una solución a nivel país, impulsada desde el poder central.

Educar nunca ha sido una labor simple, requiere esfuerzos mancomunados para formas buenos ciudadanos en un contexto dominado por la incertidumbre. Esta tarea se torna más compleja aun cuando los centros educativos se encuentran en lugares vulnerables y desafiantes, porque se necesitan respuestas efectivas, integrales y creativas. Uno de estos centros que ha sabido navegar en aguas turbulentas es la escuela "Cayenel", ubicada en el barrio Hospital, insigne en medio de su gente y constantemente desafiada ante los embates de la desigualdad, la exclusión y la injusticia social.

La sociología de la educación contempla a la escuela como un ente vivo dentro de su sector, y así lo ha considerado la "Cayenel", volcándose a dignificar el paso de cada uno de sus estudiantes, por medio de una exitosa alianza público - privada, una apertura al barrio y a 17 organizaciones que hacen de ella un agente de bien entremedio de sus pobladores, entregando un lugar adecuado y seguro para sus destinatarios. Esta labor se evidencia de modo más notorio cuando el Estado no llega a tiempo a los sectores marginales, siendo la escuela pública el brazo más cercano de una gestión estatal casi invisibilizada.

La cercanía a la comunidad local hace que este ente educativo se transforme en un espacio que forja lazos de confianza entre todos sus actores, asistiendo de modo integral a las distintas demandas de su alumnado y a quienes quieran participar de este lugar abierto. No es menor considerar que este compromiso se ha asumido con un liderazgo renovado, de parte de su dirección y un equipo completo que se ha "puesto la camiseta" para educar a generaciones de infantes que necesitan un apoyo pedagógico, social y moral. Para ello, los profesores, asistentes de la educación y auxiliares han asumido la responsabilidad de ser educadores en todo momento y a toda hora.

Nuevamente, la escuela "Cayenel", nos recuerda que el quehacer educativo no es baladí, exige vocación, medios, dignidad, convicción y certeza de que nuestros niños y niñas pueden alcanzar un futuro mejor, pero no sólo en el plano académico, porque se hace necesario ir más allá y forjar personas de bien para un contexto cada vez más desafiado por la violencia, la droga y la marginación social.

Juan Carlos Alvial Filósofo

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