Escuela de Ilque vive un renacer: llegan de lejos y hay más confianza
EDUCACIÓN. Pese a la pandemia y que no hay necesariamente un aumento explosivo de habitantes en el sector, el establecimiento ha reafirmado la matrícula proveniente de Puerto Montt, así como la credibilidad entre sus vecinos.
En 2013, hace menos de una década, y a punto de la extinción, la Escuela de Ilque se sostuvo con apenas tres alumnos. Hoy, nueve años después, la matrícula se empina casi en el centenar de estudiantes, incluyendo una área preescolar y diversas renovaciones en su infraestructura. Vive tiempos de bonanza.
Realidad que incluso va en contra de la tendencia de las escuelas rurales de Puerto Montt. Ya que mientras Ilque vive momentos alegres, a nivel general la matrícula ha bajado un 23% desde 2018, en esos establecimientos.
"Hay casos puntuales, ubicados en las áreas de la Carretera Austral, donde la urbanización de los últimos años ha producido un impacto significativo en la demanda de matrículas", comentó Bruno Santibáñez, coordinador de Admisión SAE y matrículas del Daem de Puerto Montt.
Para el actual éxito de Ilque han confluido una serie de factores. Primero, la gestión de su actual encargado. A ello se sumó una serie de mejoras, tanto a nivel pedagógico como de infraestructura. Derivado de esto último, hubo una creciente llegada de alumnos que no necesariamente viven en el mismo sector. Lo de la pandemia, que trajo toda una lógica de validar los aspectos rurales, sólo reafirmó una tendencia que ya estaba firme.
Según relata Patricio Oporto, profesor encargado de la Escuela Rural Ilque, "en el año 2013 pensaban cerrar la escuela, porque tenía muy poca matrícula. En 2013 yo partí con tres niños en marzo y poquito a poco fuimos aumentando la matrícula (...). Me di cuenta que uno de los grandes problemas que tiene la administración de las escuelas públicas es la gestión. La gestión es como la palabra mágica en cualquier obra humana. Hemos cambiado todo lo que es la infraestructura. El edificio principal lo remodelamos completamente. Quedó una hermosa escuela, muy bonita, donde guardamos todo lo que es la línea arquitectónica de la escuela antigua, que usa mucha madera. Se guardaron vigas, a modo de patrimonio visible, vigas que fueron elaboradas a hacha. También le colocamos modernidad, con ventanas termopanel, calefacción, el piso está vitrificado. Es una escuela hermosa, donde los niños usan zapatillas para entrar a su sala. La escuela no está sucia nunca, se mantiene limpia. El entorno también, porque hemos creado una cultura en la que son los niños los que forjan su espacio, administran su espacio".
"Tras eso empezó a llegar harta gente a nuestro lugar, porque vieron los cambios que habíamos tenido. Muchas personas se sintieron contagiadas con lo que estábamos haciendo. Entre ellos, los de Desafío Levantemos Chile que, junto a la gente de una empresa que se llama Novo Fish, realizamos un proyecto muy lindo, que este año lo logramos inaugurar. Es un pabellón de prebásica, totalmente nuevo, moderno, equipado con calefacción eléctrico. Entonces, en resumen: desafío, gestión".
Eso sí, identificó dos grandes hitos históricos en que Ilque ha tenido gran matrícula: el primero, la introducción de la industria salmonera. "Mucha gente empezó a migrar acá por el trabajo. Nosotros vimos en el campo, vimos que muchos trabajadores que venían de Chiloé, de Temuco, terminaron comprando una parcela, porque tenían su trabajo al frente. Y no solamente tenía el trabajo el marido, la señora se empleaba en alguna planta faenadora de pescado. El papá y la mamá tenían un ingreso seguro, entonces más convenía invertir en un lugar".
Como segundo aspecto, la
"Empezó a llegar harta gente a nuestro lugar, porque vieron los cambios que habíamos tenido. Muchas personas se sintieron contagiadas con lo que estábamos haciendo".
Patricio Oporto,, docente encargado de la escuela.