Vivimos en un país donde abundan las demandas de todo tipo, de los más variados géneros. La gente tiene sueños, aspiraciones que nacen a temprana edad y se alimentan y retroalimentan con lo que sucede en su entorno. Pero a medida que pasa el tiempo, los anhelos van chocando con la realidad y esas demandas que se le hacen a la vida, deben necesariamente acomodarse a los acontecimientos, a la materialidad que nos toca vivir de manera cotidiana
Lo anterior es el verdadero arcano de nuestro paso por el mundo. Comprenderlo, aceptarlo y sacar el mejor provecho posible de las circunstancias que nos rodean, es indispensable si queremos tener una existencia razonablemente feliz. Cuando le exigimos a nuestra realidad más de lo que las circunstancias pueden ofrecer u otorgar, con toda probabilidad vamos a vivir en un permanente estado de insatisfacción. Estar conscientes de esta situación no implica ser conformista o fatalista; sólo significa que es necesario trabajar para intentar mejorar nuestro bienestar, pero bajo un manto de positivo objetivismo. Demandar más de lo que la realidad tangible nos puede ofrecer, nunca ha dado buenos frutos, y en el momento que vive Chile es de suma importancia comprender el significado de esta máxima.
Pues bien, en el borrador propuesto para una nueva Constitución se le está pidiendo al país demasiadas cosas, algunas de ellas imposibles de realizar en el corto plazo; la gente viene exigiendo de forma excesiva, dejándose guiar por políticos y personajes populistas que sólo piensan en su propia conveniencia o visión de mundo. Enfrentados a los complicados tiempos económicos que se avecinan, sería conveniente recordar que "un olmo no puede dar peras", no es parte de su naturaleza.
Hay algunas demandas sociales que son justas y necesarias, y probablemente se van a implementar. El país está maduro y tiene una democracia plena. Las personas se pueden expresar y manifestar libremente, y se les escucha. Pero ello no significa que siendo un Estado libre y democrático, podremos obtener automáticamente los recursos económicos requeridos para hacer todo lo que la gente pide, o aquello que los y las convencionales más radicales han postulado con demasiada vehemencia. Mejorar sustancialmente las pensiones y salarios debe ser un objetivo de corto plazo, donde los esfuerzos del Gobierno tienen que apuntar a metas superiores. Establecer un Estado de Bienestar Social también es factible, pero no de un día para otro, y no con un número interminable de derechos que son engañosos, pues suenan hermosos pero rara vez se cumplen. También se ha propuesto avanzar hacia un sistema plurinacional, sin tener una idea clara de los enormes riesgos e implicancias geopolíticas que esto conlleva: ¿Varias naciones, o varias etnias bajo un solo Estado? Otros quieren un regionalismo efectivo, con un tipo de gobierno presidencial "licuado" y un parlamentarismo unicameral exacerbado, sin siquiera recordar el ejemplo negativo del parlamentarismo desenfrenado de 1891-1925, que tanto daño e inestabilidad política generó para Chile.
Hay decenas de demandas específicas, que fueron recogidas en este "borrador", como educación, derechos de agua, servicios básicos y más, cuyas exigencias a menudo chocan con la realidad del país, con lo que se puede entregar o aportar sin caer en un abismo financiero, como sucede en tantas otras naciones latinoamericanas donde las constituciones son letra muerta, pero donde el populismo está muy vivo, generando caos económico y político. En suma, se requiere construir para progresar, no para retroceder como se está proponiendo, evitando desbaratar la estabilidad que hemos logrado erigir tras décadas de gran esfuerzo.