Mascarillas y sentido común
La especie de "retirada" de los cubrebocas en espacios públicos, a partir de esta semana, en modo alguno significa relajar las medidas de autocuidado ante el covid. Se requerirá de criterio y cautela para la posibilidad de no usar mascarillas en espacios abiertos. Es clave la distancia social.
Con alegría en muchos sectores fue recibido el anuncio del Ministerio de Salud sobre la flexibilización del uso de mascarillas en los espacios abiertos, dando un paso más en la desescalada nacional frente a la emergencia sanitaria. Esto, basado en reducción de contagios, alza de la vacunación y un avance de las comunas en el antiguo plan Paso a Paso.
La decisión sobre los cubrebocas tiene algunos detalles que es preciso recalcar. No se trata de abandonar su uso, sino de aplicar criterio y utilizarlos solamente en lugares donde la distancia física sea menor a un metro. Caminando por un parque no hay problema en sacarla; pero en un evento masivo, aunque sea al aire libre; o en las aglomeraciones en las veredas céntricas, sí se requiere de ella. Sentido común.
La verdad es que nunca se fiscalizó el uso de estos implementos en las calles -quizás en 2020- pero sí se aprendió control social y la comunidad adquirió nuevos hábitos de autocuidado básico que ahora deberá modificar, y no será sencillo. Menos si el criterio de "espacio abierto" no se define de manera más explícita y clara, para que los mensajes no se hagan confusos, como ocurrió en muchas etapas de la pandemia cuando se traspasó la responsabilidad del control a las personas, como al finalizar la trazabilidad, por ejemplo.
Es un desafío que se deberá enfrentar en conjunto y que, si se aplica bien de parte de la comunidad, podría traer un beneficio colateral positivo: la disminución de desechos de este tipo en las calles, los cuales -por la inconciencia de las personas- han causado daños irreversibles al medio ambiente en dos años, por la presencia de plásticos en ellos. Están hechos con capas de polímeros que no se reciclan con facilidad.
Se calcula que si la mitad de los habitantes de Chile usaba una mascarilla por día, en un mes había 243 millones de ellas arrojadas a la basura o vía pública.
Entonces, frente a la medida ministerial el consejo es pensar: menos mascarillas; menos basura; pero muchísima más precaución. La crisis sanitaria no ha terminado, aunque se relajen las medidas.