¿Quiénes son la elite?
Comento con amigos las encuestas que dan a conocer que la opción por el Rechazo al texto que elabora la Convención Constituyente comienza a superar, momentáneamente (como ocurre con las encuestas), a la opción Apruebo. Estos amigos, uno de los cuales está directamente comprometido con los trabajos de la Convención, me replica asegurándome que esas encuestas, o son manipuladas, o son el resultado de la manipulación sobre el pueblo por parte de quienes temen perder sus privilegios… y aquí, luego de una pausa, concluyen, o sea, la elite.
"La elite", un concepto, que adquirió popularidad sólo hace poco, pero que rápidamente se convirtió en el más socorrido entre quienes desean denostar a sus adversarios. Recurro, a riesgo de que se me acuse por ello de una actitud "elitista", al diccionario de la Real Academia Española para buscar una definición de la palabra y encuentro que ésta tiene una sola acepción: "minoría selecta o rectora". La pregunta inevitable, entonces, es ¿quién en realidad conforma la elite en Chile en este momento?
Por cierto que son parte de una minoría selecta que rige, quizás la más selecta y la que más rige, el Presidente de la República y su gabinete. También los senadores, que son pocos y toman importantes decisiones, y los diputados, que son un poquito más, pero que igual son pocos y toman importantes decisiones.
La elite regional
En nuestra región es imposible no considerar al gobernador como parte de una elite y por extensión a sus asesores y asistentes, así como a la delegada presidencial, y sus seremis, a los integrantes del Core (son pocos y toman decisiones importantes para la región).
Y en nuestra ciudad (Puerto Montt), qué duda cabe que el alcalde y su equipo de dirección comunal conforman una elite. ¿Y los jueces?, ¿y el Ministerio Público? Y también, claro, los periodistas y modestos opinadores como yo, si es que influimos de alguna manera en quienes nos escuchan o leen. Y, finalmente, ¿qué me dicen de los empresarios?, que a juzgar por lo que dicen personas como mis amigos parecen ser la mente maestra de la elite, la que mueve como a sus peones a los que elaboran encuestas y a los periodistas que las publican: ¡claro que ellos son elite!
Aunque, hoy día, en nuestro país, quizás no exista una función que defina mejor la calidad de elite que la Convención Constituyente. Son sin duda unos pocos (del tamaño de otra elite, la de los diputados) y vaya que cumplen una función rectora: lo que ellos decidan -si se aprueba- va a regir los destinos de Chile, sirviendo de marco a las actuaciones de todos los otros componentes de la elite, quizás por décadas. Y esa sí que es una mente maestra.
Probablemente mis amigos, que hasta aquí podrían haber estado de acuerdo, aunque fuese sólo en parte conmigo, me exigirían parar. "¿Cómo que la Convención Constituyente? -podrían decirme-, si ellos están justamente en contra de la elite".
"Arma arrojadiza"
Y es que mis amigos y todos quienes en la actualidad están utilizando el concepto "elite" como un arma arrojadiza, en realidad entienden como elite no sólo el hecho de que ésta "rija", así genéricamente, sino que esa verbalización actúe con la rigurosidad que el texto constitucional exige, y esto claramente debe ser de una manera totalmente diferente a cómo ellos quieren que lo haga.
De ahí que probablemente dejen fuera del concepto, hoy día, a autoridades de diferentes pelajes con los cuales ellos se identifiquen; o que cuando incorporen a los empresarios en la elite no se refieran a todos los empresarios, sino a un grupo de entre ellos, más o menos indefinido, pero que se entiende como los más grandes, es decir, sólo aquellos que crecieron.
¿Y los periodistas y opinadores? Tampoco todos son miembros de la elite, sólo esos que, por no pensar como ellos, critican. Y lo mismo pasa con jueces, alcaldes, cores y el largo etcétera que podamos agregar.
Mis amigos están equivocados. No es la elite la que se expresa en las encuestas, sino gente tan diversa y poco elitista como quienes están leyendo estas líneas.
Ojalá pueda convencer a mis amigos de ello y convencerlos también de que dejen de hablar de "la elite", porque puede terminar resultando que la elite sean ellos.