Tacos, peores que hace dos años
La vuelta a la presencialidad dejó en evidencia que la congestión vial en Puerto Montt ha alcanzado niveles inquietantes. El municipio, la Gobernación y el Ministerio de Transportes tienen que confluir en las medidas de corto, mediano y largo plazo.
Durante prácticamente dos años, pareciera que las ciudades hubiesen estado en un sueño, o bien en un estado similar a la vigilia en que se confunde la realidad con lo imaginario. La irrupción de la pandemia en marzo de 2020 (agregado a los meses anteriores del estallido social) y los súbitos y prolongados períodos de confinamiento que decretó la autoridad sanitaria para controlar el covid cuando poco se sabía de él, sumió a las ciudades en una parsimonia casi melancólica. Las calles o estaban vacías cuando había cuarentena, o bien exhibían un tenue movimiento cuando las medidas más estrictas se levantaban.
Fue, claro, está, una foto sólo temporal, pues la realidad, a la que se ha retornado prácticamente hace unas dos semanas, cuando volvieron las clases presenciales obligatorias a los colegios, llegó golpeando sonoramente la puerta, trayendo consigo los viejos problemas que no habían desaparecido, sino que tan sólo se habían suspendido.
Puerto Montt es un buen ejemplo de esto. De apenas tener movimiento durante uno de los confinamientos más largos que tuvo el país en el segundo semestre del año 2020, se ha vuelto ahora al mismo panorama de aguda congestión vial. Pero peor. Ahora hay menos microbuses que antes (pues parte de ellos se fueron a prestar servicio como transporte de personal de empresas), lo que ha derivado en máquinas repletas de pasajeros, incentivando de paso la adquisición de más vehículos particulares para quienes pudieron hacerlo con los retiros de las AFP. Todo esto en un escenario de trabajos viales y una ciudad que hace rato dejó de lado la planificación urbana a largo plazo.
La congestión, evidentemente peor que la que había hasta hace dos años, exige una mirada de corto, mediano y largo plazo que según los expertos, abarca medidas multidisciplinarias que van desde un transporte público más eficiente que desincentive el uso del auto particular, hasta un perímetro de exclusión de estos vehículos en el centro, pasando por vías reversibles y nueva infraestructura urbana.
En esta tarea deberían confluir la Municipalidad de Puerto Montt, la Gobernación Regional y el nuevo gobierno, a través del futuro seremi de Transportes, de quien se espera su pronto nombramiento.