Clausura de astilleros
El municipio puertomontino ha sido la primera institución en atender las inquietudes de los vecinos de Chinquihue. Falta ahora la autoridad medioambiental. A fin de conocer el estado en que se encuentra el borde costero de Chinquihue, la superintendencia del ramo debería ya actuar.
Respondiendo a un clamor de antigua data de lo vecinos del sector costero de Chinquihue, el municipio de Puerto Montt ordenó la clausura esta semana de cuatro astilleros que estaban funcionando de manera irregular, sindicados por la comunidad como responsables de dos tipos de contaminación: ruidos molestos, por la falta de adecuación de los locales para labores de este tipo, y del mar, en un problema que ha ido adquiriendo cada vez mayor gravedad en la zona y que, lamentablemente, no ha sido atendido como corresponde por la autoridad medioambiental. De acuerdo a lo que han relatado las familias que viven en aquel borde costero, la instalación de astilleros en el sector, en función de la ingente actividad naval en la capital regional, ha ido en aumento y sin ningún tipo de regulación por parte de los organismos del Estado.
Hasta ahora, sólo la Municipalidad de Puerto Montt ha sido quien ha tomado un rol activo en cuanto al problema que vienen advirtiendo desde hace años los vecinos, y que se agudizó durante los meses de confinamiento por la pandemia. Según los antecedentes que se han conocido, la corporación edilicia se valió de cuatro decretos para ordenar el cierre de los astilleros, por no contar con los documentos requeridos para poder operar en la zona.
Aquí es donde la Supertindencia de Medio Ambiente debería adoptar un protagonismo mayor, sobre todo si su propio director nacional, Cristóbal de la Maza, reconociera en entrevista con El Llanquihue, el domingo pasado, el problema que se vive en Chinquihue, sin descartar la posibilidad de iniciar procesos sancionatorios. Pues bien, la clausura decretada por el municipio asoma como razón suficiente para proceder así, en virtud de la existencia de astilleros que estaban funcionando sin ningún tipo de regulación y, eventualmente, sin respetar los marcos medioambientales.
Eso en cuanto a la autoridad medioambiental. En lo que respecta a la municipalidad, que dio el primer paso, bien haría en escuchar nuevamente a los vecinos, que han afirmado que aun con la clausura, los astilleros han continuado en operación.