Estafas por teléfono
La delincuencia cada vez va diseñando nuevas estrategias para engañar a las personas. Aun desde el interior de la cárcel, hay reclusos que continúan articulando redes criminales que se aprovechan de la ciudadanía.
Las estafas telefónicas y los llamados con el "cuento del tío" se han hecho cada vez más frecuentes. Muchas familias aseguran haber recibido llamados donde les indican que tienen secuestrado a uno de los hijos y exigen un rescate, que algún integrante del grupo ha sufrido un accidente y hay que pagar una fianza, o que el dueño de casa envió a alguien a retirar artículos de valor.
La delincuencia es cada vez más sofisticada y utiliza metodologías osadas que ya no sorprenden. Las bandas operan incluso desde las cárceles y pese a que el reglamento penitenciario lo prohíbe, los celulares son de uso frecuente, porque son llevados desarmados por los familiares. Es un claro reflejo de que la organización delictual no se extingue con la reclusión de sus integrantes y que, por el contrario, recurren a la tecnología para seguir actuando desde el interior.
Hoy es posible obtener a través de internet todos los datos de una persona, como nombre completo, RUT y número telefónico, mientras que las redes sociales entregan mucha información, desde los nombres de familiares y amistades, lugar de trabajo o estudio, sitios que frecuentan, fotografías, cuándo y a dónde viajarán de vacaciones, nombre de las mascotas, etc. Así, los delincuentes pueden reconstruir el entorno de sus potenciales víctimas, mientras demuestran la habilidad de ir logrando más datos que las mismas personas proporcionan en forma espontánea durante la conversación.
Por eso, las instituciones policiales han advertido a las personas que no deben creer inmediatamente en este tipo de llamados, a tener otro teléfono para verificar dónde se encuentra el familiar y verificar si está bien, a no entregar ninguna información del domicilio, nombres, ni decir con quién están. Los delincuentes se nutren de datos que obtienen en la guía telefónica o de internet, sobre todo de redes sociales. Es evidente el grado de sofisticación que alcanzan los delincuentes en algunas acciones y los recursos de que disponen para emprenderlas. Por eso, es necesario que estos temas sean conversados en la familia, para establecer un protocolo de prevención, advirtiendo especialmente a los niños, que suelen ser los que proveen más información en el caso de esos llamados.