"La constituyente y la nueva Constitución son un tratado de paz"
El ex candidato a constituyente por los escaños reservados valora la elección de Elisa Loncon como presidenta de la Convención, asegura que los pueblos originarios son pacíficos y responsabiliza al Estado de los problemas que se arrastran desde hace 200 años y no descarta que en algunos casos de violencia se pudiera estar utilizando a su pueblo.
Eric Vargas (53) se emociona cuando recuerda el apoyo que la "sociedad chilena" le brinda al pueblo mapuche" en sus demandas y se alegra al ver las banderas de los pueblos originarios en las manifestaciones que se han realizado en el último tiempo.
"De a poco la sociedad, la clase política y los movimientos han ido reivindicando los derechos ancestrales que por décadas viene demandando el pueblo nación mapuche o los pueblos originarios", remarca el lonko de la comunidad willilafkenche de Chamiza e integrante del consejo de autoridades ancestrales Ñizol Ngulam.
Vargas, quien se inició en el mundo sindical a los 18 años, valora el que la Convención Constituyente, órgano encargado de redactar la nueva Constitución, sea presidida por Elisa Loncon, representante de los pueblos originarios.
"La sociedad sabe que hemos sobrevivido a una serie de intentos de genocidio, exterminación cultural, social y humana por años. Incluso se prohibió hablar nuestra lengua y se nos persiguió desde el punto de vista espiritual. Pero hoy día, producto de este cambio de pensamiento valoramos mucho que se nos brinde la oportunidad de mostrar que somos un pueblo muy rico en materia de valores y de sabiduría ancestral", destaca. Vargas, quien se presentó sin éxito como candidato constituyente a los escaños reservados (obtuvo junto a Hilda Guenteo 5.670 votos), deja en claro que estos pueblos siempre han sido pacíficos y por eso acusa la creación de montajes para responsabilizarlos por la violencia en las regiones de La Araucanía y del Biobío.
-¿Cómo analiza la elección de Elisa Loncon?
-A mucha gente de los pueblos originarios nos emocionó esta actitud que tuvo la clase política, que vio en ella a una representante genuina de este nuevo pacto social, porque así veo a la Constituyente, como una instancia en la cual vamos a generar un espacio de diálogo y de acuerdos. Por eso digo que es un tratado de paz y de entendimiento de las distintas culturas y pensamientos. Quedé conforme.
-¿Qué espera de la nueva Constitución?
-Hay demandas específicas que se han planteado, como vivir en un Estado plurinacional, multicultural; pero con parámetros que sean conversados entre nosotros. Debemos definir el concepto de la plurinacionalidad y no someternos a otros tipo de definiciones que muchas veces tergiversan el espíritu que busca la gente en este acuerdo. También esperamos que se entienda y se asuma el derecho internacional del que gozan hoy los pueblos originarios del mundo en materia de la autonomía política, cultural, económica y territorial. Creo que con estos dos elementos estamos dando una verdadera señal de estos derechos que nos han conculcado por decenas de años.
-¿Cuáles son las principales demandas de los pueblos originarios en esta zona?
-Una de las principales tiene que ver con que el Estado o a través de la Constitución exista un verdadero derecho de decisión territorial vinculante. Creo que no podemos seguir con esta política, donde en Santiago y entre cuatro paredes tomen determinaciones respecto de lo que sucede en el territorio, y sin mediar o tratando de soslayar los impactos que generan estas medidas con compensaciones económicas. Creo que no es la forma y aquí todos debemos ser actores vinculantes.
En términos genéricos, estamos pidiendo la protección del mar, del borde costero, de los ríos, en los cuales hay proyectos de salmonicultura o de centrales de paso que impactarán a la sociedad.
Entonces, como demanda principal queremos y exigimos la protección de nuestros espacios territoriales, de nuestros lagos, ríos y el mar, así como del bosque nativo, que es el pulmón que le da vida a la madre tierra y a las ciudades, porque allí están las últimos espacios