Alimentación saludable
La crisis sanitaria ha hecho mella en la calidad de las comidas que están recibiendo muchos niños. Un informe de Junaeb del año pasado determinó que la realidad nutricional de los menores de edad ha retrocedido 2,9 puntos porcentuales.
El último Mapa Nutricional, elaborado por la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb) el año pasado, dejó en evidencia que la crisis sanitaria ha perjudicado claramente la nutrición de los menores chilenos. El estudio comparó datos de la realidad nutricional de los años 2019 y 2020, determinándose una baja de 2,9 puntos porcentuales de la normalidad del peso en niños (de 41,2% a 38,2%), ademas de un incremento del 1% en desnutrición y un 2% de obesidad.
Si bien es cierto que en tiempos de pandemia se han realizado estrategias importantes para disminuir las graves consecuencias del covid-19, no ha sido suficiente en términos de alimentación y nutrición. Según la académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello, Magaly Navarrete, un ejemplo de esto ocurre con las comidas entregadas dentro de jardines infantiles y escuelas que subsidiaban a familias vulnerables, las cuales al ser entregadas como ingredientes, se ven diluidas para abastecer al grupo familiar. Los niños que se servían tres comidas al día en jardines infantiles y escuelas, ya no lo hacen, reflejándose en problemas de mal nutrición que debilita las condiciones de inmunidad y, evidentemente, afecta el crecimiento y desarrollo.
Por lo tanto, explica la especialista, focalizar estrategias concretas a corto plazo en relación con la alimentación de las familias vulnerables es una tarea prioritaria que el Estado debe subsidiar. La organización y realización de ollas comunes debe contar con recursos seguros, no sólo donaciones; la elaboración y distribución de preparaciones nutritivas a través de los colegios debe activarse; los precios de los alimentos deben bajar, fuera el marketing de bebidas y alimentos poco saludables.
Sin duda que una adecuada alimentación ayuda a fortalecer el cuerpo y el espíritu, considerando que la salud es un derecho fundamental que estamos obviando en niños y adolescentes. Se trata de una tarea prioritaria a la cual debe abocarse el Estado en estos tiempos de pandemia, cuando la alimentación de tantas personas ha quedado en entredicho.