La hora de la responsabilidad
Ciudadanía, autoridades e instituciones bancarias y comerciales tienen sobre sí el peso ahora de evitar que Puerto Montt retroceda en el plan "Paso a paso". Las largas aglomeraciones vistas ayer en el centro de la ciudad deben ser tomadas con atención. No ayudan mucho en la prevención.
Después de 131 días de una cuarentena que fue una de las más extensas del país para frenar la diseminación del covid-19, la población puertomontina pudo por fin disfrutar ayer de un día sin ataduras sanitarias y circular libremente por las calles, al tiempo que los locales comerciales dedicados a actividades no esenciales (peluquerías, tiendas de ropa, etc.) estuvieron en condiciones de abrir y atender público para empezar a minimizar las fuertes pérdidas acumuladas desde marzo, cuando llegó la pandemia, y que se intensificaron desde la jornada 1 de la cuarentena en la capital regional: el 29 de julio. Con todo, vale la pena enfatizar que el concepto de "circulación libre" de las personas debe considerar las obligaciones sanitarias impuestas tanto legal como moralmente: mantener el distanciamiento social, el uso de mascarilla y el lavado frecuente de manos siguen siendo las mejores herramientas de prevención.
La de ayer, en todo caso, no fue una jornada propicia para augurar mejores escenarios en el plan "Paso a paso" diseñado por el Ministerio de Salud para lograr un avance planificado y precavido hacia una nueva normalidad en tiempos de covid. Las grandes aglomeraciones que se evidenciaron desde temprana hora en las afueras de instituciones bancarias y comerciales de Puerto Montt no permiten avizorar un pronto salto a las etapas siguientes. La sola confluencia de personas en espacios tan reducidos es de por sí un factor de riesgo gravitante en la propagación del coronavirus que habrá de corregirse en el corto plazo para evitar futuros dolorosos en la salud pública.
En la tarea de prevención para no retroceder todos tienen una cuota de responsabilidad. La gente, por cierto, para que mantenga conductas de autocuidado en la vía pública; las autoridades, para ir revisando y adoptando nuevas medidas de forma rápida y eficaz; y las instituciones bancarias y comerciales, que con tantos meses de experiencia ya deberían haber tomado nota de la ocurrencia de las aglomeraciones y de la forma de reducirlas o, al menos, de minimizar los peligros del contacto estrecho haciéndose cargo no sólo de lo que ocurre en el interior de sus locales, sino que también afuera.