Una oportunidad para reconectar con la naturaleza
En este especial para El Llanquihue, el arquitecto plantea que tras la creación del Parque Humedal Baquedano es conveniente reflexionar sobre la protección de este ecosistema y su adecuada integración con el paisaje urbano.
los humedales han estado en la agenda durante los últimos años.
Vivimos días claves para los humedales urbanos de nuestro país. Luego que en enero de este año se promulgó la ley N° 21.202 que los protege y resguarda, este jueves el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad aprobó su reglamento confeccionado por el Ministerio de Medio Ambiente en base a 14 criterios mínimos de sustentabilidad. Esto, con el fin de resguardar sus características y funcionamiento ecológico, tal como su régimen hídrico superficial y subterráneo. Y la fecha es, por decir lo menos, sincrónica porque por estos días celebramos 2 años de la creación del Parque Humedal Baquedano, un hito en la conservación de estos ecosistemas no sólo en la ciudad de Llanquihue si no que en todo el país. Asimismo, constituye un hito en la gestión colaborativa entre Fundación Legado Chile y el municipio de la ciudad, hecho que refuerza la motivación por seguir trabajando juntos al servicio de estos fundamentales ecosistemas. Y es que tal como ocurre con este tipo de espacios en otras urbes de nuestro territorio, la presencia de micro basurales ilegales; residuos líquidos que contaminan sus aguas; infraestructuras viales que los fragmentan; ocupaciones de vivienda y otros usos en sus márgenes con escasa sensibilidad a sus dinámicas y componentes ecológicos, obligan a crear soluciones que los integren a las ciudades y motiven a sus habitantes a cuidarlos.
Por eso a 2 años de la creación del Parque Humedal Baquedano es conveniente reflexionar no sólo en la protección de este ecosistema sino que, además, sobre su adecuada integración con el paisaje urbano circundante y su consolidación como espacio público de alto valor en tanto se exalta su condición de humedal. Porque de otro modo tendríamos ahí una cancha de fútbol con permanentes y sostenidos anegamientos. Y aunque está muy bien generar espacios para el deporte de toda la ciudadanía (y Llanquihue posee múltiples áreas verdes con este fin y que por causas climáticas se usan con menos regularidad de lo que algunos esperaron), el beneficio que entrega un "parque-humedal" de estas características es mucho más diverso, transversal y trascendente. Y es que no sólo ofrece una posibilidad de exploración y área de juegos especial para los niños, sino que, además, una posibilidad para toda la ciudadanía de conectarse con la naturaleza, algo muy relevante en especial en este periodo de crisis sanitaria y social. Así también un proyecto de estas características da lugar para que la naturaleza se exprese por su valor de existencia y derecho propio.
Estos 2 años han sido un período increíble de aprendizaje para nosotros como Fundación y estamos muy agradecidos de la confianza que el municipio y la comunidad han depositado en nosotros. Por ejemplo, nos hemos dado cuenta que la infraestructura no es lo único que se necesita para la restauración de un humedal y su reivindicación como espacio de naturaleza en la ciudad, aunque sí un buen punto de partida. Nuestra estrategia fue levantar un proyecto de espacio público para así generar una inversión en equipamiento básico y desde ahí, y en ese mismo espacio, desarrollar un plan de restauración ecológica a mediano plazo y de apropiación social. En ese sentido, vemos como una confirmación la presencia del escurridizo siete Colores (tachuris rubrigastra) en el parque, especie que no habíamos observado sino hasta este año. Con todo, todavía es un desafío mejorar la gestión de la basura en el lugar y la presencia de perros.
Y seguiremos trabajando en nuestra labor de proteger los humedales urbanos en la región porque entendemos que hoy, con la implementación de una ley que los protege, la gestión y coordinación entre el Estado y las comunidades se hace aún más necesaria y urgente. Y por eso creemos que este proyecto es un llamado a la acción que debe repetirse en todo el territorio. No debemos olvidar que sólo en Chile existen más de 40 mil humedales que cubren una superficie aproximada de 4,5 millones de hectáreas, representando cerca del 5,9% del territorio nacional. Resalto la importancia de los humedales como uno de los componentes fundamentales de la vida en la tierra. Ellos proveen agua dulce, alimentos y recursos; controlan las crecidas de ríos y otros cuerpos de agua; permiten la recarga de aguas subterráneas; son el hogar permanente, o de paso, de muchas especies de flora y fauna; y ayudan a mitigar el cambio climático. Pero pese a su importante labor, más de la mitad están en peligro o derechamente han sido destruidos, contaminados o rellenados para ser utilizados como terrenos de uso agrícola o inmobiliario. Los humedales urbanos que aún existen nos dan la oportunidad de reconciliar nuestra relación con la tierra, con el agua y, en el fondo, entre nosotros como comunidad y de cada uno consigo mismo.
2 años han transcurrido desde la creación del Parque Humedal Baquedano, un hito en conservación de estos ecosistemas en todo el país.