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Cuarentena obliga a histórico lustrabotas a dejar su lugar de trabajo tras 42 años

MEDIDA SANITARIA EXTREMA. Carlos Barría será uno de los trabajadores del centro que tendrá que abandonar -al menos durante 14 días- su tradicional espacio afuera de la Gobernación.
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Javier Andrade

"No me queda otra que tomar mis cosas e irme para la casa para afrontar la cuarentena", señala el conocido lustrabotas puertomontino, Carlos Barría Ruiz (63), quien dejará su habitual espacio de la Gobernación Provincial para guardarse estos 14 días en su casa de la población Mirasol.

Convertido en todo un personaje local, Don Carlitos dice que no está dispuesto a pedir los permisos o salvoconductos, por que a su juicio no le ayudarán de nada y tendrá que dejar trabajar obligatoriamente

"Menos mal que tengo algunos ahorros para capear estos días y volver a mediados de agosto, aunque no sabemos si esto se puede extender en el tiempo", relata después de haber terminado de limpiar el calzado de uno de sus clientes.

Asume realidad

Carlos Barría abandonó ayer a las 15 horas su lugar de trabajo para resguardarse en su hogar y lo hará por un espacio de tiempo que jamás había utilizado, desde que comenzara a ejercer en el año 1978.

Sólo en noviembre pasado permaneció menos tiempo, trabajando solo algunas horas al día, en pleno tiempo del estallido social. En esa época, además sufrió la destrucción de sus herramientas por parte de vándalos que saquearon también la oficina del Cantón de Reclutamiento.

Reconoce que desde abril ha sentido un "poco de temor", desde que llegó el coronavirus a la ciudad. "Durante el día uno ve pasar a tanta gente, haciendo filas muy cerca de acá y es riesgoso para todos, por eso es que con el dolor de mi corazón tendré que agarrar todos los elementos de trabajo y acatar lo que digan las autoridades", comenta.

Barría, junto a su hermano Eugenio Antonio, forman parte de los últimos lustrabotas que van quedando en la ciudad. "Él lleva un poco más de tiempo que yo y siempre laboró en las afueras del desaparecido Cine Rex (Varas con Talca), hasta el incendio que arrasó con el edificio y luego se trasladó justo al frente", explica.

Indica que apenas supo de las restricciones que se iban a adoptar en la comuna, decidió que era el momento de parar y acatar las disposiciones sanitarias.

"Podría estar dos horas acá en este sitio, pero qué saco con venir acá, si no va a andar nadie en la calle, a quién le voy a lustrar los zapatos, por eso es que prefiero tomarme estos días y además evito pagar los pasajes", explicó.

Sobre cómo enfrentará estos días sin el sustento diario, agregó que "Dios quiera que esto no se alargue más , aunque escuchando la radio en la mañana, esto incluso podría durar un mes. En mi caso. tengo suerte de que me he podido abastecer de lo esencial y tengo algunas luquitas que me ayudarán a sostenerme junto a mi señora", comentó.

También es un agradecido de la ayuda que ha recibido, destacando el bono de $100 mil del Ingreso Familiar de Emergencia y el sábado recibió dos cajas de alimentos del Gobierno, más otro aporte monetario del municipio.

"Siempre he tenido la ayuda de gente amiga, de acá de la Gobernación, personas que uno conoce años y han estado preocupados de uno en momentos difíciles", explica.

Aquello lo expresa con mucho orgullo, recordando que en 2017 sufrió un infarto agudo al miocardio, que por poco le quita la vida en plena calle San Martín y que en esa oportunidad también recibió ayuda de muchos puertomontinos durante su recuperación.

Una vida de trabajo

Acerca de sus años de oficio, comenta que llegó a ese lugar cuando recién cumplía los 21 años, cuando estaban los militares, y había un coronel de Ejército a cargo.

"He visto a todos los gobernadores durante 42 años pasar por acá, no importan los colores políticos, lo único que me interesan son las lucas que llevo diariamente a casa", comenta Carlitos.

En algún momento de su vida tuvo la oportunidad de dejar brillante los zapatos al extinto ex Presidente Patricio Aylwin.

En el último tiempo, además, debió bregar frente a las movilizaciones que partían desde la Plaza de Armas y de las que se manifestó de acuerdo a que se llevaran adelanto, pero jamás pensó que podían afectar directamente su única fuente laboral.

Admite Barría que en los últimos días su trabajo ha sido normal y sólo ayer tuvo un día con menos clientes. "Vamos a necesitar toda la paciencia del mundo para que no haya más contagios y aguantar esto en casa", concluyó.

9 de la mañana llega diariamente a trabajar en su puesto el lustrabotas puertomontino de la calle San Martín.

21 años tenía Carlos Barría cuando se instaló en su puesto de lustrabotas en las puertas de la Gobernación Provincial