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El cambio cultural y la deuda actual que dejó el terremoto

CONSECUENCIAS. Académicos de universidades analizan los cambios sociales y en la estructura geológica y acusan falta de una política educativa para enfrentarla.
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Javier Andrade

En la conmemoración del terremoto que remeció al sur, especialistas de universidades locales comentaron las implicancias que este desastre natural produjo en las comunidades que fueron afectadas, los cambios en la fisonomía geográfica y en la forma en que se rediseñaron las políticas públicas para enfrentar un eventual sismo de similares características.

Según detalló Marcelo Godoy, académico a cargo de la Dirección Museológica de la Universidad Austral, el terremoto del año '60 marca un hito no solo en el campo de la historia sísmica del mundo, sino también, es un acontecimiento altamente complejo y profundo desde el punto de vida cultural.

Cambios sociales

A su juicio, con el consiguiente maremoto generó un cambio radical en la vida social de las comunidades tanto urbanas como rurales. "Aparte de producir el daño físico, en la infraestructura y alterar las emociones, generó una profunda transformación en las condiciones geográficas del paisaje por el cual había funcionado este territorio en los últimos 150 años; por ejemplo, cambiaron las condiciones de movilidad, las orillas de los ríos, se destruyó toda la infraestructura portuaria y finalmente, en la configuración del territorio, lo que tuvo implicancias también desde el punto de vista sociocultural", afirmó.

Afirmó que el sismo además es un patrimonio complejo, dado que dejó todos estos vestigios físicos, pero además muchos recuerdos y esto se nutre con esta capacidad de recibimiento de las comunidades para seguir más adelante, ya que genera un sentimiento de identidad y solidaria para poder superar la adversidad.

Sobre la forma en que nos vamos preparando ante un evento de esta naturaleza, el académico indicó que la principal evidencia sobre este punto la encontramos en el 2010. "Chile es un país sísmico frente a este tipo de acontecimientos y a contar de ese remezón, lo que nos permitió como país traer a colación en reglamentos como la norma sísmica de construcción de edificios, se ha convertido en una herramienta valiosa que ha servido no sólo para conservar la infraestrutura, sino que también la vida de las personas".

Por otro lado, aseguró que las personas están cada vez más atentas a observar cómo se comporta la naturaleza, "aunque aún nos falta mucho en términos educativos para contar con herramientas concretas para enfrentarlas".

Consecuencias

Otro punto de vista fue abordado por el profesor de Historia y Geografía de la Universidad de Los Lagos, Rodrigo Márquez, quien aseguró que el movimiento generó desplazamientos verticales, expresados en levantamientos de hasta cinco metros generando cambios en la topografía local, por ejemplo, en la península en la isla Guafo y en la isla Guamblin (Aysén) y también proceso de subsidencia generalizada entre las Provincia de Arauco y Chiloé.

Explicó que producto del avance del mar se generó progresivamente una disminución de las planicies litorales hecho que se expresa en la merma de playas y inundaciones de áreas cercanas a la desembocadura de los ríos, en muchos casos hoy se expresan en forma de húndales ricos en biodiversidad (humedal de la desembocadura del río Maullín, humedales del río Cruces en Valdivia) y zonas adyacentes a la ciudad de Ancud cuyas transformaciones físicas y topográficas favorecieron el desarrollo de áreas para prácticas de mitilicultura.

El académico además puso énfasis en que la presión inmobiliaria, el parcelamiento del suelo rural costero, la actividad forestal y el aumento de la densidad de constructiva, han puesto en tensión los ecosistemas costeros y han elevado la exposición de las comunidades locales frente al riesgo tsunámico.

Por otro lado, agregó que esta pendiente el proceso más importante de todos, que es la educación en materia de riesgos y desastres socionaturales. "Existe una deuda en cuanto a la existencia de política de estado centrada en dar sustento y cultura cívica en esta materia, la cual podría concretarse tanto a nivel de la formación escolar y ciudadana de los niños y jóvenes de nuestro país. Hablamos de un proceso inserto en nuestra cotidianidad escolar desde la educación temprana a la universitaria y en el ámbito civil en procesos trasversales a todas nuestras actividades tanto laborales como locales", manifestó.

Quenuir bajo: El pueblo olvidado tras el maremoto de 1960 en nuestra zona

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"El maremoto fue tan grande que sacó de sus tumbas a los muertos".

Esa fue la frase que utilizaron los antiguos habitantes de Quenuir para graficar los devastadores efectos del maremoto que golpeó a la localidad costera de la comuna de Maullín, tsunami que llegó 20 minutos después del sismo más grande de la historia de la humanidad, el que con sus 9,5 grados de magnitud sorprendió a todo el sur de Chile a las 15.11 horas del 22 de mayo de 1960.

La localidad emplazada -hasta la hora del maremoto- en terrenos blandos de la confluencia del río Quenuir con el río Maullín, en lo que hoy se conoce como Quenuir Bajo, fue uno de los puntos más afectados y el que registró el mayor número de víctimas fatales por efecto del tsunami.

El poblado sencillamente desapareció por la fuerza de las olas, dejando 105 fallecidos equivalente a un tercio de su población.

Dos años después, relocalizado tres kilómetros al norte, el investigador del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS por la sigla en inglés de U.S. Geological Survey), Brian Franklin Atwater, compiló en la circular 1.187 del USGS los efectos en las cuencas de los ríos Maullín y Quenuir del tsunami 1.960 y del terremoto que lo causó.

En su registro, el científico deja claro que la frase de los antiguos pobladores de Quenuir no fue una metáfora. "Además de sus víctimas, Quenuir también perdió a muchos de sus muertos. El cementerio del poblado se hallaba en un terreno arenoso que el tsunami arrasó completamente. Restos del cementerio fueron transportados hasta cinco kilómetros río arriba. Allí, cerca de La Pasada, Tulio Ruiz encontró cruces, incluso un ataúd completo", describe Atwater en la circular del USGS.

En lo personal, crecí con la historia de Quenuir en la voz de mis familiares.

Mi abuelo, Américo Toledo, fue testigo de la destrucción, y entregó su relato a El Llanquihue, precisando que salvó con vida subiéndose a un árbol de la parte posterior del poblado, ya que los primeros fueron barridos con la gente que a ellos se habían subido.

Las otras víctimas abordaron embarcaciones que luego zozobraron.

A 60 años del terremoto y maremoto, aún quedan testigos presenciales de sus efectos en nuestra zona. El seguir recuperando sus relatos, para consolidar la memoria colectiva que nos permite prepararnos para reducir el riego de desastres, es una carrera contra el tiempo. Aprendamos de la historia de Quenuir bajo, la que ha sido rescatada por la ciencia, pero la que, en la mente de la mayoría de los ciudadanos, es un pueblo olvidado.

" El cementerio del poblado se hallaba en un terreno arenoso que el tsunami arrasó completamente. Restos del cementerio fueron transportados hasta cinco kilómetros río arriba. Allí, cerca de La Pasada, Tulio Ruiz encontró cruces, incluso un ataúd completo".

Luis Américo Toledo Mora

Periodista, Máster en Protección Civil y Gestión de Emergencias.