Crudos relatos a 60 años de que la Tierra se remeciera como nunca
MEGATERREMOTO. Un deportista, un bombero, un reportero y un buzo de Quenuir contaron cómo vivieron ese aciago domingo, en que un sismo de 9,5 grados destruyó ciudades y sepultó vidas, en relatos llenos de dramatismo y emotividad.
Mucho se ha hablado de la historia del megaterremoto que hoy conmemora 60 años desde azotó los cimientos de gran parte de la zona sur de Chile.
Y es que el cataclismo que encontró a miles de habitantes disfrutando de una tarde de domingo, que asomaba como normal en pleno otoño, terminó siendo el episodio más dramático de sus vidas.
Fueron 9.5 grados en la escala de Richter de magnitud, que muchos vecinos de esta provincia difícilmente olvidarán y que hoy extraen del baúl de los recuerdos, aquellas interminables horas de temor y de destrucción y que dieron paso a la reconstrucción, en la que participaron familias completas que fueron víctimas de este acontecimientos.
Además de personas fallecidas que también son recordadas como mártires, tal como lo fueron cientos de vecinos, Bomberos, Cruz Roja, Fuerzas Armadas y Carabineros y tantos personajes anónimos que se fueron sumando a las tareas de apoyo y rescate de heridos y de sus congéneres que lo perdieron todos.
Jugando en lintz
Protagonistas que revivieron esos instantes, como José Santos Campos (77) quien jugaba un pleito de fútbol por su club el Deportivo Gimnástico, cuando la tierra comenzó a moverse en el estadio Lintz.
El entonces juvenil deportista sólo atinó a correr hacia uno de los arcos y se sujetó en uno de sus postes, mientras el vaivén del terremoto lo remecía y la mayoría de sus compañeros arrancaba hasta sus casas. "Las casitas que bordeaban la cancha por el lado del cerro Los Leones, se empezaron a caer y uno de los chicos comenzó a decir "terremoto y me movió hasta uno de los largueros. Ahí, pensé, cómo me voy para la casa y agarré toda mi ropa y me fui caminando por Regimiento y luego calle Varas, con dirección a Lota donde hasta hoy sigo viviendo", afirma.
La casa de José Campos estuvo a punto de venirse abajo y con el movimiento, el agua que corría de las vertientes inundó buena parte de dicha arteria. "Mi hermano estaba colocando unos pilares con unos palos para que no siga cediendo la estructura y ayudé en esas obras de carpintería de urgencia, mientras seguía temblando", comentó.
Agrega que tuvieron que vivir en una carpa, junto a otros vecinos en un sitio contiguo y días después se trasladaron a una casa de un profesor de apellido Barría, junto a otras cinco familias y haciendo olla común para alimentarse.
Recuerda que en el sector del Cesfam Angelmó, existía un molino (Goecke) y todo ese trigo lo llevaron al gimnasio y después apareció una plaga de ratones.
Escapando del tsunami
En el sector de Quenuir, ha vivido siempre René Serón (95), el vecino más antiguo de localidad de la comuna de Maullín, zona que debió afrontar además la embestida del mar.
"Estaba descansando y los niños estaban en el patio de la casa y esperáramos que pasara el movimiento telúrico. Yo sabía de gente más antigua que luego del terremoto venía el maremoto y luego de que pasó, con algunos de mis hijos y otras familias fuimos hasta el muelle y tomar la lancha (Estrella del Mar) que tripulé hasta llegar al sector de Cululil, río arriba para escapar de la salida de mar, pero algunos no sobrevivieron y con el oleaje del tsunami, una embarcación se volcó y en el mío resistimos por suerte", afirmó el comerciante.
Recuerda que años antes había enviudado y se encargó de criar a sus hijos en esa época. "El tsunami se llevó todo el pueblo de Quenuir y en el que murieron casi un centenar de personas. Nosotros llegamos al lugar, rumbo a la parte más alta y nos quedamos alojados en casas de vecinos que nos atendieron", aseguró don René quien también debió lamentar la pérdida de su hogar luego de la gran oleada de ese 22 de mayo.
En su relato don René explica que luego de los hechos, el gobierno entregó viviendas de emergencia para una parte de los afectados. "Calculo que fue para unas 30 familias y al resto, se ayudó a repararlas hasta que logramos reconstruir una más grande", comentó.
Aporte BOMBERIL
El bombero y en ese entonces jefe de máquinas de la Primera Compañía, Abraham Oelckers (96) volvía de una actividad en el regimiento de Infantería Sangra, cuando sobrevino el gran sismo del sur.
Oelckers era suboficial de Ejército y vio como las calles del centro de Puerto Montt se levantaba y abrían con fuerza. "Lo primero que hice fue abrir el portón de la compañía para sacar una de las máquinas, la Mercedes Benz, recién llegada, al interior del recinto y ayudar en la tragedia que se avecinaba", comenta.
"Estaba a 200 metros de la compañía y uno no podía andar en la calle. Quedamos sin aguas y sin luz toda la ciudad, se cortaron varios grifos, era un caos total y el movimiento era tal que conducir el carro era casi imposible por las réplicas y el mal estado que quedaron las aceras de los sectores aledaños", mencionó.
El trabajo fue arduo para el nonagenario vecino puertomontino. El primer amago de incendió que debió controlar el bombero Oelckers, acompañado por un solo voluntario en ese momento, fue en una panadería en calle Doctor Martin. "Para llenar el estanque tuvimos que subir hacia el cerro y luego nos dimos cuenta que estaba ardiendo otra casa en calle Santa María; estábamos terminando cuando hay otro llamado en un hogar del frente donde se dio vuelta una estufa", comenta.
Y ahí no acabaría todo. Porque un carabinero que andaba de civil nos avisó que se estaba incendiando la Prefectura y junto con ello llenar otra vez el estanque.
"La gente fuera de sus casas llorando con tanto desastre, otras sacando sus pertenencias, fue impactante y así fue todo el día", agregó.
Aseguró que en la emergencia murió mucha gente. "Nosotros apagamos sólo cinco incendios porque las otras compañías salieron a trabajar en otros sectores pero no había agua y como nosotros teníamos un estanque aprovechamos. Nosotros ese día durante la noche repartimos agua con el estanque a la gente, muchas de ellas circulaban casi sin ropa. La verdad es muy difícil acordarse de esas cosas", agrega Oelckers.
Mirada de reportero
Don Juan Barrientos (93), ex reportero histórico de este Diario, se disponía a ir a su trabajo, en el momento en el que un incesante movimiento paralizó a todos.
"Vivíamos en una casa muy antigua de la población Modelo, en la calle Delicias, estaba con mis hijos que jugaban afuera. La casa se iba aplastando, se desarmó y no salvamos nada", agregó.
Barrientos afirmó que en estos tiempos el reporteo diario "se hacía en la tarde y nos quedábamos hasta bien tarde. Cuando veía las construcciones que estaban a mi espalda, veía cómo se inclinaban y volvían a su lugar. La población se transformó en un cementerio de madera y lo único que quería era que todo pasara", explicó el ex redactor de este medio escrito.
Pasado algunas horas, agregó que logró llegar a su lugar de trabajo, pero este estaba cerrado y regresó. "Como no había agua, un vecino me regaló una garrafa con el líquido; después hubo un derrumbe que provocó destrucción en una vivienda y que terminó arrastrando agua y barro, formando una corriente que sepultó a personas. Fue un evento muy terrible y nosotros apenar tuvimos para salvarnos en ese angustiante momento", aseguró.
Al día siguiente, comenzó a trasladar las cosas que se salvaron a su nueva casa, la que había en la población 18 de septiembre. "Eran 240 viviendas de la desaparecida Corvi y el problema era que nadie de la población quería moverse por la lejanía", explicó.
Indicó que en los mismos carros de bomba se trasladaron a los nuevos propietarios y, por otro lado, para ayudar a los damnificados que pedían un nuevo techo. "En mis lugares de reporteo, hicimos un recorrido por distintos puntos de la ciudad, el puerto totalmente destruido, con las grúas frotando en el canal, almacenes y negocios más destruidos, el muelle de paseo de 200 metros también sufrió graves efectos, pero las población de la parte alta fueron las más dañadas por el gran sismo del 22", aseguró.
Otro los puntos que recordó fue que por la contingencia, el día 24 salió solo una página del diario impresa. "Entre dos teníamos que mover la rueda de la máquina y en la que se dio a conocer la noticia del gran terremoto", concluyó.
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"Cuando ocurrió el movimiento sólo atiné a correr hacia uno de los arcos (de fútbol) y me sujeto en uno de sus postes, mientras el vaivén del terremoto nos remecía y la mayoría de sus compañeros arrancaba hasta sus casas
José Santos Campos, Antiguo deportista y comerciante
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"Cuando veía las construcciones que estaban a mi espalda, veía cómo se inclinaban y volvían a su lugar. La población se transformó en un cementerio de madera y lo único que quería era que todo aquello pasara"
Juan Barrientos, ex redactor del Diario El Llanquihue
personas fue el número aproximado de personas que perdió la vida durante el maremoto que afectó las costas de Quenuir, en la comuna de Maullín.