Javier Andrade
Cientos de recuerdos afloran en la mente de Orlando Campos (86), agente oficial de la Lotería y la Polla Chilena de Beneficencia.
Conocido como el "Mago de la Polla Gol" en la década del 80, quien fuera profesor normalista y director del Liceo Rural de Las Quemas, decidió dar un paso al costado para alejarse del rubro que lo hiciera conocido en la zona y que convirtiera a muchos puertomontinos en propietarios de millonarios premios en el rubro de los juegos de azar.
A partir de mayo, su negocio lo tomará uno de los tres postulantes que han presentado sus credenciales para relevarlo en el puesto.
"El estallido social y la propagación de la pandemia apuraron este momento difícil que significa decir adiós a esta agencia", manifiesta.
Este oriundo de Osorno evoca que en 1978 se adjudicó una licitación pública en la que salió favorecido en la zona junto a Walter Niklitschek (Q.E.P.D.), antiguo propietario de la empresa Varmontt.
"Nos instalamos en un local amplio que se ubicaba en el segundo piso del edificio del Arzobispado y gracias a la preferencia que logramos tener desde la apertura del negocio que el mismo público le entregó el nombre de la 'agencia de la suerte', ya que nos dedicamos a entregar interesantes premios", explicó Campos.
En esa época el boom era la Polla Gol, en la que cientos de apostadores hacían filas para completar los espacios con los tradicionales "local, empate o visita" para apuntar los resultados de la primera y segunda división del fútbol chileno, y a veces del torneo español.
"Las tarjetas eran perforadas con un punzón y siempre había gente tremendamente experta, muy habilidosa para jugar. En poco tiempo fuimos abriendo otros locales en Puerto Varas, Frutillar, Los Muermos, Maullín y Carelmapu", recuerda. Agrega que además vendían boletas de Polla Chilena de Beneficencia y Lotería de Concepción.
Tres años más tarde el sistema de apuestas se mecanizaría.
Afirma que en "El Llanquihue" de los '80, había un espacio del Diario donde Campos, bajo el nombre del "Mago de la Pollagol" entregaba sus vaticinios y consejos para apostar en este concurso.
ANéCDOTAS
Campos afirma que en el primer local mantenían a 27 personas trabajando y se atendía algunos días hasta la medianoche.
Entre las anécdotas que mejor recuerda, es la que ocurrió con un afortunado de nombre Conrado Torres, inspector general del Instituto Comercial. "Él ganó el premio máximo de la Pollagol a principios de la década. Como amigo, le aconsejé que cuidara ese dinero, que no haga una inversión cualquiera, que viajara con su señora. Pasaron dos meses y volvió a obtener otro premio similar, junto a una hermana de su madre", afirma.
Agregó que hizo algunas inversiones, mejoró su casa y le pasó plata a un familiar. Lo más grande que hizo fue comprar una farmacia en Santiago, pero le fue mal y en poco tiempo se quedó sin capital, aunque nunca dejó de trabajar en el liceo.
Relata que en otra oportunidad, una persona había comprado boletos de lotería y venía bajando las escalera y se regresó a devolverlo. "No le gustó el número porque empezaba en 2 y terminaba en 2, sin saber que era el número del gordo de la Lotería. Imaginarse que tenía en la mano un tremendo premio y devolverlo, pero al final se lo ganaron varios (vigésimos). Situaciones parecidas también ocurrían en varios momentos de su trayectoria laboral, cuando la suerte no acompañaba a algunos apostadores", precisó.
Campos Flores se retira feliz del oficio, con el cual pudo hacer feliz a muchas familias. "Antes si la gente venía, hacia sus apuestas una media hora. Ahora entra, juega y se va, por un poco de temor. Comenzó el estallido social, las ventas comenzaron a decaer y con el coronavirus, en Chile han dejado de apostar varios por temor y se han dejado miles de millones de pesos de jugar y además que el juego por internet ha significado una baja para los agentes", se lamenta.
Con respecto a la decisión de dejar el cargo, aseguró que lo comenzó a reflexionar a partir de octubre, cuando vio que el negocio comenzaba a tambalear, producto de la crisis social.
"Me siento orgulloso por lo hecho, haberle dado la oportunidad a tantas personas y cambiarles la vida, a mi señora Amanda y a mis cuatro hijos, incluyendo a una nieta que criamos como una hija", señaló. Y añade que su último objetivo es que sus cuatro colaboradoras se mantengan en sus puestos, dado la trayectoria y las experiencia que han alzando en estos años.
" "Antes si la gente venía, hacia sus apuestas una media hora y ahora entra, juega y se va, por un poco de temor de lo que estamos viviendo".
Orlando Campos Flores, Agente oficial de Lotería y Pollagol
4 funcionarias han trabajado durante los últimas décadas en el local ubicado actualmente en calle Benavente.