Contaminación del aire
Hace un año, un informe de GreenPeace sobre calidad del aire que se respira indicó resultados lapidarios. Nuestro país lidera el vergonzoso ranking de ciudades con peor calidad del aire de América Latina, incluyendo a Puerto Montt, Osorno y Valdivia, por mencionar algunas. Hoy, en plena pandemia y ante la alerta de la comunidad científica sobre los peligros que implica la contaminación atmosférica por material particulado fino, resulta fundamental enfrentar desde las políticas públicas el problema de la calefacción en las regiones del centro sur y sur austral de Chile.
¿Cuántas personas han muerto producto de la combustión de leña en el sur? ¿Cuánto dinero ha invertido el Estado en tratamiento de enfermedades respiratorias asociadas a la contaminación? ¿Qué impacto tiene la contaminación del aire en las infecciones respiratorias agudas? ¿Cuántas hectáreas de bosque ha perdido el país por el uso indiscriminado de leña? ¿Cuánto estamos acortando la vida de los habitantes del sur por exposición prolongada a contaminación?
Hasta que no surja una solución de fondo, nuestra sociedad vive en un riesgo permanente sólo aplacado por las lluvias que aún el cambio climático no es capaz de alterar. Mientras tanto, algunas soluciones desde la ciencia se han planteado.
No hace mucho el investigador Héctor Becker, de la Universidad del Bío-Bío, desarrolló una estufa que ahorra en 75% el consumo de leña, pero como suele pasar, el apoyo a estas soluciones es insuficiente y con escaso interés de las autoridades.
En términos políticos, un esfuerzo serio por encauzar esta crisis es comprometerse con la realización de planes y programas que apunten a la eliminación paulatina y decidida del uso de combustibles como la leña y el carbón, a partir de lo cual podremos enfrentar de mejor manera la dependencia del diésel. Eso es seriedad, cualquier medida intermedia no es más que un placebo que no ataca el problema real en cuestión.
Junto a ello se debe comprender que el bienestar de nuestra población, entre otras muchas cosas, implica que los hogares tienen la capacidad de dar confortabilidad a sus habitantes, esto implica comprender la calefacción como una necesidad básica, un derecho del cual el Estado debe dar cuenta.
Jaime Sáez Quiroz
Felicitaciones a Mañalich
Al seguir los informes diarios del ministro de Salud, Jaime Mañalich, se percibe que hay en él, su equipo y el comité de expertos un conocimiento acabado y un cierto control de la evolución de los contagios en el país, y que se están tomando medidas oportunas, bien pensadas, no a tontas y a locas, en cada situación que requiere decisiones.
Ver esos informes diarios del ministro deja la sensación de estar en buenas manos. Gracias a la gestión de Mañalich los chilenos estamos cada día menos nerviosos frente a esta terrible amenaza, pero a la vez muy conscientes de lo que debemos hacer para ayudar a detenerla.
La mejor prueba de esa tranquilidad relativa es que hace un par de días un pequeño grupo esgrimía carteles, igual que antes de llegar la pandemia, con reclamos varios donde al final se leía: ¡Renuncia Mañalich!
José Luis Hernández
Discriminación en salud
Frente a las acciones discriminatorias que han vivido algunos profesionales del área de la salud en los últimos días, en diversos espacios de dominio público, es fundamental que las personas se informen adecuadamente. Somos los profesionales de la salud quienes nos preocupamos de proteger la vida y el bienestar de las personas, y aplicamos con especial dedicación y cuidado todas las medidas que se requieren para prevenir la propagación de cualquier enfermedad y especialmente en este caso del nuevo coronavirus.
Como enfermera matrona, no puedo sino señalar que la seguridad clínica, la prevención y la conducta ética es parte de nuestra vida profesional y personal, y siempre estaremos atentos a proteger, cuidar, promover y restablecer la salud de la población y de nuestras familias. Estamos formadas para comprender las reacciones que pueden tener las personas frente a esta crisis y acompañarlos con gran profesionalismo en el transcurso de la enfermedad, dando lo mejor de nosotros para su recuperación y en algunos casos acompañar en el buen morir, y necesitamos de todos para que nuestro accionar y el de todas las personas que trabajamos en las instituciones de salud sea fructífera.
Quisiera agradecer a todos aquellos que trabajan en las instituciones de salud y reitero el llamado a informarse, pero sobre todo, a ayudarnos a proteger a la población cumpliendo con todas las medidas para evitar la propagación de esta epidemia.
Mónica Canales, académica de la Universidad Andrés Bello
Humanidad frágil
Un minúsculo ser vino a transformar a la humanidad. Así de frágiles.
Carlos Muñoz