La Ruta de los Parques de la Patagonia es una propuesta de territorio integrado a través de la conservación que plantea equilibrar de manera armónica la protección de la naturaleza en 17 parques nacionales y el desarrollo económico de las 60 comunidades aledañas a ellos, en un territorio que abarca desde Puerto Montt a Cabo de Hornos. Esta propuesta fue impulsada desde Tompkins Conservation y lanzada junto a Imagen de Chile a fines de 2018, con excelentes resultados a la fecha en posicionamiento y valoración a nivel nacional e internacional, lo que ha llevado a que medios internacionales como The Guardian, El País y New York Times hayan destacado la belleza escénica, el beneficio ecológico y la propuesta de desarrollo económico que contiene la Ruta de los Parques.

La integración del territorio implica la articulación de esfuerzos a distinto nivel y es en este contexto que desde Corfo se impulsó la generación de un Programa Territorial Integrado (PTI)Ruta de los Parques en la región de Los Lagos, programa que busca fomentar la articulación intersectorial para el desarrollo económico basado en el turismo apropósito de la conservación. En este caso, en torno a los parques nacionales que comprende la Ruta de los Parques en la región de Los Lagos, como es el caso de Alerce Andino, Hornopirén, Pumalín Douglas Tompkins y Corcovado.

El principal objetivo de este PTI es la puesta en valor de un destino turístico de naturaleza reconocido a nivel nacional e internacional, a través de una gestión sustentable y articulada con las comunidades, empresarios, municipios, servicios públicos, ONG´s y otras entidades sociales y privadas con cuatro pilares de trabajo: desarrollo de destino; fomento de las capacidades en las personas o capital social; infraestructura y equipamiento; y gobernanza.

Cada sector cumple un rol y desde Amigos de los Parques resulta clave el impulso a una cultura de parques nacionales en la región que nos permita proteger y potenciar las oportunidades que la conservación de la naturaleza nos ofrece. Nadie sobra en este esfuerzo que no sólo es regional sino planetario y todos estamos invitados a ser parte de este desafío pleno de oportunidades para el desarrollo local a partir de nuestro patrimonio natural protegido.

Rodrigo Jordán, Presidente del Directorio de Amigos de los Parques

Aun mes del inicio de la ordenanza municipal que restringe la presencia del comercio ambulante en el radio céntrico de Puerto Montt, el panorama sigue siendo prácticamente el mismo. Salvo contados vendedores informales que optaron por trasladarse a las improvisadas carpas instaladas alrededor del Mall Costanera, las veredas de la calle Antonio Varas continúan exhibiendo el mismo panorama que motivó la dictación de la norma municipal; la que, como se recordará, respondió a una exigencia planteada por la Intendencia Regional para visar los recursos solicitados para la remodelación de la arteria.

Este nulo impacto de la ordenanza originó que esta semana, los directivos de las dos cámaras de comercio levantaran su voz en contra de una medida que claramente no está surtiendo los efectos prometidos. Si se considera la permanencia del comercio ambulante en la calle Antonio Varas, más aquellos que se han instalado en las polémicas carpas, al menos desde la perspectiva estética se aprecia un mayor número de vendedores informales en una ciudad que, paradójicamente, pretende erigirse como un potente atractivo turístico en el sur de Chile.

Los dirigentes gremiales tienen absoluta claridad acerca del flaco favor que la visión de las carpas y veredas tomadas por los ambulantes, le hacen a Puerto Montt, más aún en plena temporada de cruceros. Una de las ciudades más importantes del país en tamaño y actividad desde Santiago al sur ofrece una pobre semblanza, más propia de una urbe en construcción, con poco respeto a las normas, que a una consolidada y con proyección para avanzar en desarrollo turístico, orden y sustentabilidad.

Es hora de aceptar que el problema del comercio ambulante no se soluciona sólo con decretos si no hay disposición para pagar el costo político que supone exigir su cumplimiento. Esa es la base de cualquier tipo de normativa en una sociedad. Tampoco con medidas parche, como las carpas, que demuestran improvisación. Es momento de buscar fórmulas factibles que atiendan el problema de raíz y no su cosmética. Algo que no se sustente sólo en ordenanzas que a estas alturas, más parecen voluntarismos.