El pasado sábado 15 de febrero se conmemoró el Día Nacional del Brigadista Forestal, instaurado por decreto del Ministerio de Agricultura en 2009. Esta fecha tiene como finalidad valorar la función que desarrollan estos trabajadores en la arriesgada lucha contra incendios forestales.
La fecha se recuerda ese día, debido a la trágica muerte de 12 brigadistas de Forestal Celco. Un episodio que provocó impacto en todo el país y dio una mayor visibilidad a los riesgos que enfrentan los brigadistas, en un trabajo que ha aumentado su peligrosidad en virtud de la fuerza con que este tipo de desastres se ha propagado en nuestro territorio.
En efecto, suele ocurrir que la conmemoración encuentra a los brigadistas forestales en plena faena, como pasa este año, cuando enfrentamos una temporada compleja debido a las condiciones meteorológicas, que ayudan a propagar este tipo de siniestros.
Los brigadistas cumplen una importantísima labor, ya que son actores principales en el trabajo preventivo y de combate frente a incendios forestales. Todo esto, arriesgando muchas veces sus propias vidas, para proteger la integridad de personas desconocidas, sus viviendas y las áreas silvestres del país.
Una prueba del alto riesgo que implica esta actividad es el hecho que sólo la Corporación Nacional Forestal (Conaf) registra una treintena de mártires en acciones de protección contra incendios forestales. Según cifras de la Corporación Chilena de la Madera (Corma), hoy más de 6.500 brigadistas forestales del sector público y privado trabajan día y noche para cumplir la silenciosa tarea de evitar que las llamas -en su mayoría generadas por la irresponsable acción del ser humano- causen daños a personas, casas y vegetación.
Es fundamental destacar la importancia que tienen estas personas, especialmente considerando que las negativas experiencias recientes en regiones como Bío Bío y La Araucanía hacen absolutamente necesario reforzar su labor, así como las condiciones en que se desempeñan cada temporada.