Entre las pequeñas, pero grandes necesidades urbanas, siempre surge y se hace notar el deterioro de las calles y calzadas, que lo primero que reflejan es el poco cuidado de la ciudad y una indolente actitud para concretar las restauraciones necesarias. Y que, a menudo, son solicitadas por la misma comunidad -automovilistas y peatones-, ya aburridos y agobiados de soportar aquellos molestos obstáculos en su transitar.
Puerto Montt no escapa a esta inveterada problemática. Por años, los hoyos, hendiduras, desniveles, irregularidades, en aceras y calzadas, motivaron la molestia de la gente, que ha debido soportar hasta accidentes con perjuicio físico, por esas anómalas circunstancias.
El Llanquihue ha sido paño de lágrimas permanente de las molestias ciudadanas por esos lunares urbanos y portavoz del clamor popular, para que los servicios respectivos intervengan y realicen las indispensables reparaciones. Incluso, según revela este rotativo en su historial, hace más de 30 años, uno de sus periodistas -reporteando los huecos en las arterias porteñas, desde Angelmó hasta la Plaza de Armas- contabilizó, pacientemente, unos cuantos centenares de esos estropicios callejeros.
Actualizado el tema de los "eventos", al fin, una buena decisión para erradicarlos y mejorar el destartalado estado de nuestras desgastadas callecitas. Unos 24 tramos de ellas en barrios porteños como Crucero y su avenida, Cardonal, Población ex Techo para Todos, Mirasol y sector céntrico, ha decidido restaurar este verano el municipio, luego de escuchar y atender el clamor de conductores de taxis colectivos y de los propios vecinos.
Entre los huecos emblemáticos de nuestras arterias urbanas, sobresale el existente en la subida Crucero, de varios años de antigüedad, y el mal estado de la esquina Las Camelias con Las Dalias, cuyo pavimento destruyó un vehículo pesado y que nunca nadie reparó.
Puerto Montt tiene la responsabilidad y deber de lucir bien. Es la capital de la Región de Los Lagos.