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PSU: ¿Y ahora qué?
Es sabido que la PSU muestra más el estado de vulnerabilidad de los establecimientos de origen, que las reales habilidades de los estudiantes. Así como también que su estructura de contenidos está en relación directa con un modo de pensar el ingreso a la universidad, donde se opta por un puntaje que determina el futuro profesional de jóvenes que provienen de una educación desigual.
También es sabido que, al ingreso a las universidades, el lamento de los docentes se sitúa no necesariamente en los conocimientos que tiene o no tiene un estudiante, sino en las habilidades de lectura y comprensión, reflexión, análisis, entre otras. Es dramático observar cómo estudiantes universitarios nunca habían tenido en su escolaridad la experiencia de realizar ensayos o reflexionar, dar opinión, analizar, hipotetizar, entre otros. Pero ¿qué puede medir una prueba de esta naturaleza que no esté teñido por las diferencias de la formación escolar? ¿Qué es necesario evaluar?
Si consideramos habilidades de razonamiento, habilidades lectoras y de escritura, pareciera que se apunta a un proceso de base, necesario para aprender cualquier contenido que, ciertamente, también obedece a un modo de enseñar y aprender que no siempre se aborda en el sistema escolar. Visto así, esta forma de evaluar tampoco asegura nada, porque el problema de fondo no es en sí la PSU sino, por un lado, la formación escolar, donde hay diferencias abismantes; como también, la falta de opciones de ingreso a la universidad. En lo primero es manifiesto que aún prevalece una clase desde dimensiones tradicionales, donde no hay un sentido claro respecto de lo que sucede en el espacio educativo, donde las experiencias de aprendizaje se tornan monótonas y cargadas de voz docente por sobre la del estudiante, y donde el profesor está saturado de lo tecnocrático y funcional en desmedro del arte, siempre arte, de enseñar para que todos aprendamos.
Un arte que muestra, construye, arma y desarma contenidos para mirarlos, detenerse, sospechar, crear e ir paulatinamente construyendo marcos referenciales, ideas y opiniones. Pero lo dicho está solo en algunos establecimientos; solo algunos, son los que pueden, los que cuentan con maestros, líderes educativos, que se atreven a innovar y salirse del margen. En lo segundo, las universidades debemos plantearnos si esta es una buena forma de ingreso, si existen otras vías, otras formas.
Por lo pronto, se tendrá que seguir transitando hacia un modelo que favorezca la capacidad reflexiva y de estudio de los estudiantes, como también a una evaluación que apunte justamente a las habilidades básicas para aprender. Quizás de ese modo, en los establecimientos educativos, se re-direccione el foco formativo desarrollando o potenciando las habilidades necesarias para formar a un joven más lector, más reflexivo, más creativo, que indaga, con voz, con postura, más estudiante.
CARMEN GLORIA GARRIDO. Académica Facultad de Educación y Ciencias Sociales. Universidad A. Bello.
Reemplazo del Bachillerato
Ciertos estudiantes contemporáneos - menos mal en escala menor -pretenden eliminar la PSU, para así facilitar el ingreso a la universidad y el logro de un título, cuando antes mejor. La PSU ya reemplazó al antiguo Bachillerato, asumiendo que lo mejoró. Así como van las demandas juveniles y el anhelo por lograr un título y comenzar a ganar dinero para gastarlo a su antojo, es posible que continúen las pretensiones, exigiendo suprimir cualquier obstáculo que lo entorpezca. Y llegando a sugerir el titularse al salir de sexto año de humanidades, sin rendir prueba alguna; sólo logrando en su hogar los conocimientos escogidos para determinada profesión a través de Internet, o lo que ya exista en su reemplazo, por obsoleta.
Continuando con las especulaciones desorbitadas, y aprovechando la gratuidad de estas publicaciones, las opiniones sobre simplificar la educación de los colegios son difíciles de eliminar o reemplazar, pero las universidades estarían vulnerables debido a que, entonces, no tendrían razón de existir.
A estas alturas de las demandas de cierto sector de la actual juventud, cualquier especulación, por exagerada que sea, es valedera. Invito al lector a sugerir las suyas, aprovechando la gentil gratuidad de la prensa, la cual ya siente el efecto del arrollador Internet en el futuro que nos espera. ¿Quién podrá salvarnos? Si hasta el Chapulín Colorado sucumbió.
DAVID BENAVENTE CRISOSTO.
Política pública
Luego de ver la interpelación a la Ministra del Trabajo sobre pensiones, mi visión es más bien pesimista respecto al nivel de parlamentarios de la centro izquierda y que, al ser mayoría, posiblemente explique la dificultad de avanzar en distintas políticas públicas para mejorar la calidad de vida de los más vulnerables.
En Chile, de los 3 millones de adultos mayores existentes, sólo el 4% vive bajo la línea de la pobreza. Este grupo etario es, de hecho, menos pobre que el promedio de la población, en la cual quienes viven bajo la línea de la pobreza es superior, alcanzando el 7%. El interpelador de la Ministra parece no entender que un Estado funciona como un sistema, sumando una serie de programas sociales que ayudan a las personas más vulnerables de Chile. Exigir que un cambio al Sistema de Pensiones supla la acción coordinada de varios Ministerios y varios programas sociales para superar la pobreza, es simplemente renunciar a hacer políticas públicas y legislar basado en la buena "cuña".
SOLEDAD RODRÍGUEZ H.
Vive y deja vivir
Se tomaron mi sede de rendición y luego la sede que me acogió para dar la PSU. Lloré y corrí buscando maneras de rendir la prueba, pero todas las sedes estaban bajo ataque. Una sensación que no le deseo a ningún joven es la incertidumbre que su futuro les depara gracias a la violencia efectuada por minorías. La libertad de estudiar no se respeta ni protege. No hay cómo. Los que están en contra del sistema, teniendo la opción de no dar la prueba, deciden destruir nuestros colegios.
Sufro por el futuro de mi Chile, que se autodestruye y me deja de manos cruzadas ante la violencia desmedida de minorias que no viven ni dejan vivir.
MARIANA BURGOS Q.