A propósito de la paralización de la continuidad de las obras de construcción del gran puente colgante sobre el Canal de Chacao, hace poco, a través de una carta que publicó en este diario, el prominente y avezado ingeniero puertomontino René Fischman Lohaus recordó su plan e iniciativas -para unir Chiloé al continente- que en 2006 y cercanos dio a conocer a través de medios televisivos y escritos.
Dichas posibilidades planteadas por él en ese entonces, y aún vigentes, consideran: un puente flotante de 2,2 kilómetros de largo, con un costo aproximado de US$100 millones; su proyecto de un puente con cajones huecos de concreto sobre un terraplén, que además pueden servir de infraestructura para producir electricidad, por US$150 millones; también un túnel bajo el canal de 4 kilómetros de largo (por la profundidad del canal de 100 m) para evitar pendientes mayores a 5%, a US$15 mil el ml; US$60 millones, si se considera el tránsito lento de los camiones; dos túneles por US$120 millones.
Las descritas son inversiones rentables con el tránsito actual y que cualquier particular tomaría como una concesión de obra pública de iniciativa privada, según subraya Fischman.
Entre éstas, la propuesta de mayor impacto, sin duda, es el viaducto proyectado a base de un terraplén con espacios para turbinas generadoras de electricidad, mediante el aprovechamiento de las fuertes corrientes marinas que se producen en el canal de Chacao, lo que hace recordar la gran tarea de hoy, referida al rescate de las energías limpias y ecológicas. En este aspecto, la zona sur austral dispone de un extraordinario potencial, que sólo falta explotar adecuadamente, para que la región se autoabastezca e incluso aporte al país.
En todo caso, el anhelado Puente Chacao está bastante avanzado en la instalación de sus pilotes, claves del sustento de la infraestructura. Es una inversión en plena marcha, que no se debe desperdiciar. Y el clamor generalizado es que se llegue a un acuerdo y el avance modernizador se concrete.