¿Dónde están hoy los académicos que deben estar pensando el Chile de hoy y el que vendrá en los próximos años? Si descansamos en que ese trabajo es propio de la clase política, el augurio no es muy halagüeño, pues no son muchos los que parecen tener la estatura y la sensibilidad para ello.
Tampoco se trata de endosarles toda la responsabilidad, porque sería injusto. El punto es que la sociedad está compuesta por una diversidad de personas e instituciones y cada cual debe cumplir un rol. La clase política, por ejemplo, está para representar los intereses complejos y diversos del país y montar futuros posibles por medio de la política pública.
Pero tales interpretaciones son posibles y mejores si la experiencia acumulada, la educación, las conversaciones y las lecturas apropiadas son contundentes y certeras. Ese es el problema con los políticos de hoy.
En tal sentido, las sociedades -cada vez más globales- requieren de pensamientos que traduzcan lo que se modela y transforma en la sociedad, desde distintos puntos de vista, insumos que son tomados, por ejemplo, por quienes tienen cargos de poder para generar acción.
El Chile de hoy no es el mismo de hace 20 años y no será similar al de dos décadas más; lo cual exige pensar qué fenómenos estarán en entredicho. La labor de los investigadores y pensadores es, entonces, fundamental. Hasta ahora los expertos de la economía tenían ese liderazgo de forma casi exclusiva y poco escuchábamos a otras voces como historiadores, científicos, filósofos, sociólogos, psicólogos y antropólogos, entre otros.
Ellos reproducen e interpretan lo que llamamos la realidad y a partir de sus visiones es posible entender mejor el cómo se desarrolla la persona con otros en la sociedad. Requerimos una visión más holística, para comprender mejor lo que nos rodea y las repercusiones que ello puede tener.
La crisis social es un ejemplo a la mano, pero vendrán otros que serán probablemente menos agresivos, pero mucho más transformadores, como la robótica, la inteligencia artificial, China, el avance de la derecha más extrema, el individualismo, entre tantos otros.
Tales desarrollos son los que a continuación permiten construir política, construir país, dotar de sueños realizables a una población que hoy parece estar más huérfana de ideales y creencias.