No existe una definición precisa de la "asamblea" ni del "congreso constituyente". La palabra "constituyente" es más clara: significa redactar una nueva constitución, no sólo reformarla. El anuncio del gobierno en orden a promover un "congreso constituyente" significa que, a sus ojos, una solución de la crisis político-institucional supone enfrentar, no negar, el problema constitucional. Luego, la tesis que la actual crisis no pasa por la Constitución vigente yace definitivamente abandonada por sus defensores. El oficialismo ha intentado despejar otras interrogantes. La aprobación de la nueva constitución, aparentemente, será de competencia del Congreso Nacional y contará con la "participación" de la ciudadanía. Participación excluye poder de decisión: éste radicará excluyentemente en el Congreso o en un grupo de sus miembros. Aparentemente para el oficialismo la noción de "Congreso constituyente" excluye entonces la de asamblea constituyente. Una asamblea tiene por función exclusiva el crear una nueva constitución. No gobierna ni legisla; y sus miembros -no parlamentarios sino ciudadanos- no aspiran a su reelección ni a posicionarse dentro de su partido. Y gracias a la independencia de la asamblea, el Congreso Nacional puede deliberar, legislar y fiscalizar sin la tentación de alcanzar sus objetivos por medio de la nueva constitución. Esta separación entre constituir y legislar se denomina Estado de Derecho. Los adversarios de la asamblea temen que ella lo vulnere: que exceda su único mandato, ejerciendo política contingente sin limite ni restricción alguna. Como en Venezuela, habrá escuchado Ud. La alternativa que propone el oficialismo -alojar en el Congreso Nacional constitución y legislación- no es, sin embargo, menos riesgosa. Es al contrario altamente probable que los miembros del "congreso constituyente" deliberen sobre una nueva constitución considerando su fuente de ingresos futura, su reelección y las directrices de sus partidos. La propuesta del oficialismo encarna los riesgos que atribuye a la asamblea constituyente: que el constituyente legisle y que el legislador constituya. El Estado de Derecho está del lado de la asamblea; lo contrario, al lado del congreso constituyente. El oficialismo o bien no entiende el Estado de derecho que dice defender, o bien lo entiende, y su defensa es una impostura.
Presidente, no siga llegando tarde
Nada parece llegar a oídos del Presidente. Ni los ojos baleados de civiles, ni las funcionarias de Carabineros quemadas, ni menos los lamentos de los cientos de personas que están quedando sin empleo en el país.
Nada. Ni hablar de las detenciones injustas, las pérdidas en el comercio local, el quiebre de algunas micro, pequeñas y medianas empresas, ni menos las violaciones a los derechos humanos en nuestra región. Nada.
Estamos frente a un Gobierno que pareciera que no quiere escuchar las demandas ciudadanas y que insiste en implementar un programa de gobierno que ya fracasó. La propuesta es una agenda que hasta el momento aún está lejos de lograr una sintonía que permita el fin de este estallido social y de garantizar la tranquilidad y paz que exigen en las calles las familias chilenas.
La grieta que dejó esta explosión social es tan profunda que caben en ella cientos de problemáticas que hemos dejado arrastrar durante décadas. Nuestro rol es detectar las principales demandas y trabajar en solucionarlas a corto plazo. Desde el Partido Liberal hemos identificados aquellas que nos garanticen un mínimo de derechos sociales, como son las pensiones, salud, educación y vivienda.
Durante la semana pasada nos reunimos con el Presidente de la República en La Moneda. En esa instancia, cara a cara, manifestamos nuestras críticas y también entregamos propuestas para abordar esta crisis social. También le dijimos al Presidente que está llegando tarde a las decisiones y no tenemos tiempo que perder.
Vivimos en un país hiperpresidencialista, por lo que es el Presidente quien tiene el poder de impulsar el tan anhelado acuerdo que todos esperamos.
Invitamos al Gobierno de Chile a salir del miedo que los paraliza y a no temerle a un pacto social germinado desde la ciudadanía dejando de lado la antigua cocina hecha entre cuatro paredes. Creemos que la mejor señal que se puede entregar es la realización de un Plebiscito Constituyente donde las personas se expresen y decidan el mecanismo que quieren para la redacción de una Nueva Constitución.
Presidente, usted tiene la llave.
No siga llegando tarde.
Diego Pardo Álvarez.