En cuanto se supo del violento terremoto que acaba de causar destrucción y muerte en el estado de Chiapas, en México, a los puertomontinos -en particular a los más antiguos- conmocionó muy hondamente este fenómeno telúrico. Porque jamás olvidaremos el generoso y humanitario comportamiento que tuvo el pueblo azteca hacia el sur de Chile, y en especial con Puerto Montt, cuando en mayo de 1960 un desastre sísmico similar asoló los poblados de estos confines.
Por eso es que apenas se conoció esta infausta noticia, la primera reacción surgida aquí fue la de solidarizar con el dolor, angustia y desconcierto de la comunidad mexicana, así como de hacer algo por ellos de manera concreta, en cuanto a la recolección de ayuda para los damnificados de ese país.
Debemos organizarnos y actuar con prontitud. Quien más quien menos, puede hacer su aporte -grande o pequeño- y una vez acopiado, a través de las autoridades y organismos correspondientes, enviarlo a los afligidos hermanos del país del norte.
Cabe rememorar, como lo consigna nuestro propio Diario de aquel entonces, que en tanto se supo en México que el sur de Chile sufría tan dramática situación causada por hecatombe sísmica del 60, el gobierno del presidente Adolfo López Mateos -a través del Plan Chileno-Mexicano de Cooperación Fraternal-, dispuso de una donación de 115 millones de pesos, destinada para la concreción de obras en favor de los habitantes de la devastada provincia de Llanquihue y su capital Puerto Montt. Monto del cual se destinaron 70 millones de pesos (70 mil escudos) para la construcción de una aldea de pescadores en el sector de Anahuac. Mientras que otras cantidades fueron asignadas para un centro cultural (Casa del Arte Diego Rivera) y un mercado en Angelmó, además de una escuela en la vecina Puerto Varas.
Inspirados en la gratitud imperecedera que aquel socorro mexicano significa para Puerto Montt, compartimos hoy su dolor, extendiendo, acongojados, nuestras manos en su auxilio.