El atacante francés se hizo una selfie con la cabeza de su jefe
terrorismo. El presunto islamista confesó el atentado pero no ha aclarado las causas del hecho.
El presunto islamista que atacó una fábrica de gases industriales cerca de Lyon el viernes, confesó ayer haber matado a su jefe, señalaron ayer medios franceses citando fuentes de la investigación, que destacan asimismo que se hizo una selfie con la cabeza seccionada de la víctima.
Según la agencia DPA, los investigadores hallaron la imagen en su teléfono celular. Según la información, el joven -identificado como Yassin Salhi, de 35 años- envió después la fotografía por la aplicación de mensajes WhatsApp a Canadá.
Salhi realizó su confesión ayer, pero no mostró claridad a la hora de desvelar los motivos de su acción.
Según indicaron ayer fuentes próximas a la investigación, luego de 30 horas de silencio ante los investigadores, el presunto autor de los hechos comenzó a colaborar la noche del sábado en los interrogatorios.
Como consignó la agencia EFE, Salhi, padre de tres hijos, confesó que asesinó en un estacionamiento a su jefe en la empresa de paquetería en la que trabajaba desde hacía unos meses y, posteriormente, lo decapitó. Con el vehículo de reparto en el que hacía su trabajo se dirigió a la planta que la estadounidense Air Products tiene en Saint-Quentin-Fallavier. Allí le abrieron la puerta pensando que iba a hacer una entrega.
Salhi colgó la cabeza de su jefe de una valla y la rodeó de banderas con inscripciones musulmanas, antes de estrellar el vehículo contra un almacén repleto de balones de gas, lo que provocó una gran deflagración, aunque ninguno de los casi 50 trabajadores de la planta resultó herido.
Levemente herido, se dirigió a otro almacén, donde fue reducido por un bombero cuando abría estanques de acetona con la intención de volar la fábrica.
De acuerdo al diario "Le Parisien", Salhi explicó que atraviesa "dificultades ligadas a su trabajo y a su familia".