La resiliencia es un concepto que ha adquirido gran relevancia en los últimos años, sea para una comunidad o nación, como para las personas individualmente consideradas. Sobre todo desde una visión positiva de la vida.
Cuando se menciona a la resiliencia, solemos pensar en hechos traumáticos, como la pérdida de un ser querido, sobrevivir a un accidente u otras situaciones adversas. Pero en nuestro día a día también se dan hechos difíciles que tenemos que enfrentar. No hace falta que suceda una catástrofe (un terremoto, por ejemplo); superar cualquier dificultad cotidiana, como hacer frente a las críticas, conseguir sobreponerse a un problema sentimental, o simplemente llegar al lugar de trabajo con una sonrisa tras un tropiezo notorio, también es ser resiliente.
Hay personas que son resilientes porque han tenido un ejemplo de resiliencia a seguir -como sus padres, un hermano o un amigo-, pero otras han aprendido a lidiar y sortear los obstáculos del camino por sí solas; han aprendido a partir del ensayo y el error. Es fácil para muchos hacer escarnio de los demás, sobre todo cuando un oponente se equivoca y comete errores. En la política se dan situaciones de este tipo con demasiada frecuencia; todos conocemos casos de personajes que han sido vilipendiados y acusados de ser el mismísimo "demonio". Sin embargo, mantuvieron la calma, fueron resilientes, perseveraron y al final de mil batallas lograron imponerse. Otro tanto sucede en el mundo de los emprendimientos y los negocios. Cuántos empresarios han sido injustamente criticados o incluso socialmente rechazados, para luego con tenacidad superar los malos momentos y salir adelante con sus iniciativas.
En mi propia experiencia y conocimientos adquiridos a través de una larga vida, he debido lidiar y sortear cientos de problemas, algunos muy complicados. Lo cual estaría indicando que la resiliencia es una habilidad que todos podemos desarrollar y, por lo tanto, practicar. Para ello, es necesario trabajar adecuadamente nuestros pensamientos, emociones y fortaleza espiritual. Esto último logré vivirlo y potenciarlo durante una larga estadía en India, una situación por la cual estoy eternamente agradecido a mi padre.
Las personas resilientes tienen, como los juncos, la capacidad de ser flexibles cuando el viento sopla con fuerza en su contra. Saben que enfrentarse sin miramientos a ciertas circunstancias aciagas les hará perder energía y optan por tener una mente abierta. Se desprenden de algunos viejos prejuicios e inseguridades para realizar cambios importantes, pero sin abandonar sus principios esenciales. No se adaptan por resignación, sino porque entienden que existen otros caminos diferentes, que no por ser distintos son erróneos. La resiliencia también es ductilidad e ingenio.