Una de las maneras más comunes de medir el desarrollo de una nación es por medio de su PIB per cápita. En este ámbito, Chile ocupa el segundo lugar en Sudamérica después de Guyana. Pero dicha medición está muy lejos de ofrecer una radiografía exacta del nivel de adelanto de un país, lo cual es muy cierto en nuestro caso. Hay otros "signos" externos que muestran una foto más certera en este terreno, y que son frecuentemente ignorados por las grandes mayorías.
Voy a partir por el diseño de los lugares donde le toca vivir a las personas: las ciudades chilenas. Tomando a Puerto Montt como un caso típico de lo que sucede en la gran mayoría de las urbes nacionales. Ningún país desarrollado de la Ocde tiene el desorden vial y callejero que encontramos acá: pasos peatonales sin semáforo en cada esquina, o incluso a mitad de cuadra; calles secundarias o callejones que salen a las avenidas principales y las cruzan de lado a lado, sin semáforos; peatones que atraviesan de un lado a otro a mitad de la cuadra. Todas estas situaciones, y muchas más, son indicativas de un déficit de planificación y de visión. Muestran un subdesarrollo social muy grande.
Pero donde más queda reflejado el retraso económico de Chile es en el campo laboral. La falta de compromiso con el trabajo se nota en la inmensa cantidad de apoderados que esperan en sus autos, o a pie, la salida de los colegios, digamos a las 16:00 horas. En países avanzados como Canadá o Estados Unidos eso nunca se da pues allá existe el transporte escolar en buses. Yo siempre me he preguntado, ¿esa gente que se aglomera a la salida escolar, no trabaja? No importa que sea en una oficina, fábrica, teletrabajo o autoempleo, el caso es que no están siendo productivos y/o responsables. Se entregan muchas razones para este fenómeno, casi ninguna muy creíble. Como tampoco se puede creer en la inmensa cantidad de licencias por problemas psicológicos, o el ausentismo laboral a principios de semana, principalmente. Estos patrones de conducta, y otros, van configurando una carencia que luego, haciendo una "raya para la suma", queda reflejada en la bajísima productividad nacional. Entre los 38 países de la Ocde ocupamos uno de los últimos lugares, superando solo a otras tres naciones, todas latinoamericanas. Un trabajador en Chile genera US$ 27,6 por cada hora trabajada, versus US$ 85 en Estados Unidos, US$ 80,6 en Alemania o US$ 59,6 en España (datos de la Ocde).
En mis más de 40 años realizando asesorías económicas me ha tocado escuchar muchas excusas para estos "signos" de comportamiento social, enraizados en nuestro país. Las más frecuentes siendo los bajos salarios, o la gran sobrecarga laboral que afecta a los trabajadores nacionales. Mi respuesta ha sido siempre la misma: no se puede pagar más si no se produce más. Algunos me han retrucado diciendo que las empresas deberían ganar menos, para así poder subir las remuneraciones; si fuera posible obligarlas a realizar esto, es casi seguro que contratarían menos personas y las reemplazarían con máquinas. Inteligencia Artificial.