A tribunales los ruidos en Pelluco
Ahora los vecinos del balneario plantean recurrir a la Corte por fiestas callejeras que no los dejan dormir por las noches.
De terror. Así describen los vecinos del balneario de Pelluco, en Puerto Montt, las últimas noches en su sector, como consecuencia del bullicio causado por idiotas -según la RAE, que molestan a alguien con lo que hacen o con lo que dicen- que se apropian del espacio público, para dar rienda suelta a fiestas hasta altas horas de la madrugada y que incluso siguen hasta el día siguiente. Si bien tal tipo de comportamiento se enmarca en la libertad de todo ser humano, en cuanto a disponer de su tiempo libre en lo que realmente le genere placer y distracción, no es menos cierto que tales actividades nocturnas llevadas a cabo en la vía pública, a metros de casas donde la gente quiere dormir, es un verdadero sinsentido.
La última reacción vecinal da cuenta que intentarán recurrir a tribunales para, mediante un recurso de protección, exigir que el Estado y los órganos respectivos se hagan cargo de imponer el orden, la paz y la tranquilidad para aquellos que pagan sus impuestos, trabajan a diario o sencillamente quieren descansar en el contexto de su jubilación. Y también, por supuesto, no olvidar a los niños, estudiantes y trabajadores que no tienen por qué soportar tal nivel de desprecio a su calidad de vida.
¿En qué momento un espacio público es tomado por terceros para hacer justamente actos que van en contra del interés de la mayoría? ¿Dónde está la policía, a cargo de ejercer el orden y cautelar por el bien de quienes viven ahí? ¿Quién más no está haciendo su trabajo? Esas son preguntas que las autoridades competentes deben resolver con máxima celeridad, puesto que, como se ha hecho costumbre en este país, como en el caso de las alzas unilaterales en los precio de los planes de las isapres, ahora será a través de una acción en sede judicial donde se busque ordenar esta caótica situación.
El mal dormir por culpa de los ruidos molestos es un problema grave que afecta a la salud física y mental de las personas. La culpa de las autoridades de no frenar este problema es evidente, ya que no aplican las normas ni sancionan a los infractores, con excusas que no solucionan en nada el problema. Que alguien haga la pega antes que esto escale a algo peor.