Erradicación del maltrato infantil
Todos los menores deberían disfrutar de una infancia plena, pero la realidad tristemente dice otra cosa.
Vivir su infancia es el derecho prioritario de los niños, proclamado por los organismos internacionales. Sin embargo, para una parte importante de la población infantil esos derechos se ven coartados. La violencia al interior de las familias es la principal causa por la que algunos niños son desvinculados del lado de sus padres, para ser puestos bajo el cuidado de organizaciones. El 34% de los niños que son separados de sus familias se debe a situaciones de maltrato, que provocan secuelas negativas a corto y largo plazo en la salud física y mental de los menores. Esto impacta en su autoestima, educación, desarrollo de su capacidad cognitiva y -lo más preocupante- es que un niño maltratado tiene mayores probabilidades de sufrir, aceptar y reproducir la violencia en su vida adulta.
Un estudio realizado por Unicef mostró que el 71% de los niños chilenos menores de 14 años sufren algún tipo de violencia por parte de sus padres. El 51% es víctima de violencia física, mientras uno de cada cuatro padece violencia física grave, siendo el problema más crudo en los menores de nivel socioeconómico bajo.
Hace unos días, el 25 de abril, se conmemoró el Día Mundial Contra el Maltrato Infantil, iniciativa destinada a reflexionar acerca de la magnitud que alcanza ese problema, pese a todas las campañas que se realizan. La violencia causa impacto en diferentes ámbitos de la vida de los niños y niñas que afectan su desarrollo y crecimiento. Son menores predispuestos a desconfiar de otros adultos y a limitar sus posibilidades de exploración del mundo externo. Muestran mayor agresividad en las relaciones con sus padres y tienden a vivir como amenazantes las situaciones de acercamiento, lo que los hace estar a la defensiva permanentemente. En cambio, otros niños pueden reaccionar al maltrato volviéndose muy retraídos y aislándose de las personas.
Además de tener una peor relación sus padres, tienen menor rendimiento escolar, un mayor consumo de medicamentos para mejorar su desempeño y comportamiento escolar, una relación regular con sus compañeros y han estado más expuestos al consumo de alcohol y drogas. De ahí que es un problema al que hay que darle la necesaria atención.