Leña y pellet, dos escenarios
Mientras desde el lado del pellet se garantiza que este año no habrá escasez, hay inquietud por el brusco aumento en el precio de la leña.
Tal como ocurre en las tantas otras ciudades del sur, aquellas donde los meses de bajas temperaturas se extienden por meses y donde, por lo tanto, las familias requieren garantizar un sistema de calefacción hogareña que les permita hacer frente al frío, el acceso a algún tipo de combustible es un aspecto fundamental. Sin él, o con una disposición inadecuada o errática de él, la calidad de vida se deteriora al punto de arriesgar enfermedades mayores.
Por decenas de años, la leña constituyó la variable casi única para que las familias del sur calefaccionaran su vivienda, hasta que la introducción de nuevos sistemas, alentada por el mercado y por las restricciones de las emergencias ambientales por la contaminación, hicieron que la matriz se fuera diversificando hacia alternativas más amigables, aunque a un costo mayor. Aquí es cuando -hace poco tiempo- entró a jugar el pellet, recurso dendroenergético que muchas familias hicieron para sí, tanto por la comodidad de la calefacción, como por sus bajas emisiones.
No obstante, tal como lo vivenciaron numerosas familias en Puerto Montt y otras ciudades, el pellet comenzó a exhibir una acentuada escasez en los últimos dos años, al punto que fue habitual que en pleno invierno se viera a consumidores haciendo largas filas afuera de centros comerciales, a la espera de la llegada de stock. Ahora, tanto desde la cartera de Energía como de los propios productores se ha dicho que este año ya no habrá escasez, por una mayor oferta de empresas como de más insumo (triste recuerdo de los incendios del verano), en lo que será una prueba de fuego para que la comunidad encuentre garantías en caso que a corto o mediano plazo decida por hacer el tránsito desde la leña al pellet.
Del otro principal recurso dendroenergético, y por lejos el principal todavía en el sur, la leña, se está observando un incremento sustantivo de su precio, lo que complicará enormemente a familias que tratan de sortear la inflación. Aunque las autoridades han advertido, y con razón, que no hay margen para la fijación de precios, sí se ha extrañado, al menos públicamente, un mayor interés por generar condiciones para el fomento de mayor producción de leña. Ya hay una nueva Ley de Biocombustibles, pero el reglamento está empezando a penar.