DESDE CHILE Observan las secuelas del impacto de una sonda de la NASA con el asteroide Dimorfos
VERY LARGE TELESCOPE. Dos grupos de investigadores realizaron estudios para determinar qué residuos quedaron tras la colisión y cómo se deformó el astro.
Agencias
Dos equipos de astrónomos pudieron observar las secuelas de la colisión de una sonda de la NASA con un asteroide gracias al Gran Telescopio (VLT) instalado en Chile por el Observatorio Austral Europeo (ESO).
La sonda DART colisionó con el asteroide Dimorfos a una distancia de 11 millones de kilómetros de la Tierra, en una prueba controlada de defensa planetaria, recordó en un comunicado la institución con sede en Garching, Alemania.
Los resultados de las observaciones del VLT se publican ahora en dos artículos científicos que buscan arrojar luz sobre la composición del asteroide en base al material expulsado por el impacto.
Nube de fragmentos
Un equipo en torno a la astrónoma Cyrielle Opitom, de la Universidad de Edinburgo, Reino Unido, examinó durante un mes la evolución de la nube de fragmentos expulsados por Dimorfos, que resultó ser más azul que el propio asteroide antes del impacto.
Estudiaron también otras estructuras, entre ellas espirales de color rojizo, que se formaron en los días posteriores a la colisión.
Gracias a un instrumento conocido como explorador espectroscópico multi-unidad, dividieron la luz de la nube en un patrón similar al arcoíris y buscaron las huellas químicas que revelaran rastros de hielo, que no hallaron.
"No se espera que los asteroides contengan cantidades significativas de hielo, por lo que detectar cualquier rastro de agua habría sido una sorpresa", declaró Opitom.
El equipo también trató de hallar restos de combustible de la sonda, pero no los encontró, una posibilidad que hubiera sido "remota", según explicó la astrónoma, dado que la cantidad de gas que quedaba en los tanques del sistema de propulsión de la nave era pequeña.
Cómo quedó la superficie
Otro grupo de investigadores, dirigido por Stefano Bagnulo del Observatorio y Planetario de Armagh, también Reino Unido, examinó cómo la superficie de Dimorfos se vio alterada por el impacto.
Bagnulo explicó que cuando la luz solar se dispersa por la superficie o por la atmósfera de un cuerpo celeste, se polariza, es decir, no oscila al azar sino a lo largo de una dirección preferente, y los cambios en la polarización pueden revelar información sobre la estructura y composición del objeto.
En el caso de Dimorfos, detectaron que el nivel de polarización cayó de forma abrupta, mientras que el brillo general aumentó.
"Tal vez el material excavado por el impacto era intrínsecamente más brillante y menos polarizado que el material presente en la superficie, ya que nunca estuvo expuesto al viento solar ni a la radiación solar", conjeturó.
Otra opción es que las partículas expulsadas por el impacto fueran más pequeñas que las de la superficie del asteroide y con ello, reflejasen mejor la luz como ocurre en ciertas circunstancias. En cualquier caso, las observaciones se realizaron aprovechando una oportunidad "única gracias a DART", subrayó Opitom.
Otro asteroide
Los restos de otro asteroide también arrojaron novedades, esta vez Ryugu, cuyas muestras traídas a la Tierra por la misión japonesa Hayabusa2 en 2020 siguen revelando su composición. Ahora los científicos encontraron en ellas vitamina B3 y uracilo, que es uno de los componentes básicos necesarios para formar el ARN.
Los análisis detectaron uraclio, niacina (vitamina B3) y otras moléculas orgánicas consideradas importantes para la síntesis de otras moléculas orgánicas complejas.
Esos hallazgos sugieren que las nucleobases, como el uracilo, tienen un origen extraterrestre y llegaron a la Tierra a través de meteoritos ricos en carbono pudiendo propiciar la aparición de la vida.