Vamos a Palena
Hornopirén es una comuna que tiene de todo para turistear y pasar una semana de ensueño
Al final del camino costero a Hornopirén uno llega a Hualaihué Puerto, un poblado antiguo, pero con gente batalladora, y luego una tremenda ensenada donde, si tiene suerte, podrá avistar flamencos, gaviotas y sus variedades, pelícanos, queltehues y una infinidad de aves maravillosas. Luego hay que subir y tomar la Carretera Austral, pasar por Caleta El Manzano y Pichicolo (vale la pena incursionar hacia la costa y mirar un rato el agua de cerca, a algunos pescadores y embarcaciones que van y vienen). Antes de llegar al pueblo uno se encuentra con una granja apícola que se puede visitar para aprender de las abejas, valorar su misión y también comprar miel de variados sabores (en realidad el sabor base de la miel es el mismo, pero dependiendo de la flor que se polinizó hay diferencias en sabor y aroma). La ciudad está linda, plaza renovada, una iglesia espectacular (no se pierda el vía crusis que hizo Adolfo Pérez Esquivel y conversar con el párroco es todo un acontecimiento), hay algo de artesanía, juegos para los niños a orilla de mar y, si puede, le recomiendo hacer rafting en el río Blanco. Hornopirén es una comuna que tiene de todo para turistear y pasar una semana de ensueño: parque nacional, cabalgatas, cascadas, aguas quietas y de las otras, dulce y salada, kayak y balsas, ríos, lagos, flora y fauna, buena gastronomía, cultivos de choritos, hippies fantásticos, buenos hoteles y cabañas, gente muy amable y, además, buenos caminos. No sé por qué se pusieron "la Puerta de entrada de la Patagonia" cuando una puerta debe pasarse y aquí tienen de todo. Es una puerta como para quedarse. Tienen que cambiar la frase.
Y luego viene la famosa Bimodal. Hay que convencerse que este trayecto está hecho para los turistas, no para los residentes que van apurados. A ellos más les conviene venir a Puerto Montt vía Argentina. Pero si uno va de paseo, es lo óptimo: aguas quietas, si uno tiene suerte verá las simpáticas toninas o ballenas (no lo doy firmado), lo que sí le aseguro es que verá los fiordos, nieve, cascadas, islas, caletas, farellones y de todo lo que se le ocurra. Hay que bajarse del transbordador en Leptepu, seguir media hora por un camino de ripio y llegar a Fiordo Largo, donde nos metemos en otro transbordador que nos llevará a Caleta Gonzalo, el lugar favorito de Tompkins (por lo menos es lo más visible de este pionero) .
Seguimos a Chaitén y Alto Palena, hasta la próxima.
Jorge Tramón Director de la Fundación Paralelo 41