Avances para la inclusión laboral
Si bien desde la normativa se han logrado reconocimientos, falta mucho por mejorar en cuanto al compromiso cultural. La legislación que se ha promulgado en el país busca facilitar de mejor manera la inclusión y rehabilitación de las personas con discapacidad.
El 10 de febrero de 2010 entró en vigencia la Ley N°20.422 que establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social de las personas con discapacidad. La normativa modificó la legislación de 1994 y estableció que empresas públicas y privadas con más de 100 trabajadores deben reservar el 1% para empleados en condición de discapacidad, o bien optando por alternativas como realizar donaciones o subcontratando personal. Asimismo, eliminó la disposición que establecía que se les pagaría un sueldo menor al mínimo.
Más de dos millones de chilenos tienen algún grado de discapacidad, la mitad con una disminución importante de su funcionalidad o graves dificultades para realizar autónomamente actividades esenciales. Por ello, la ley promovió la cooperación público-privada, entendiendo que la discapacidad afecta a toda la sociedad y que es, por lo tanto, deber de todos contribuir a superar las barreras que impiden o dificultan la plena integración de esas personas.
En lo fundamental, lo que ha pretendido esa legislación es facilitar la inclusión y la rehabilitación, agilizando los procesos de calificación y certificación de la discapacidad y ampliando el régimen de exenciones arancelarias para la importación de equipos, prótesis, medicamentos y un conjunto de otros elementos necesarios para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad.
Ha habido avances, pero todavía falta mucho. Es posible ver cómo los municipios se han preocupado de disponer los rebajes de soleras en las esquinas, para el paso de las sillas de ruedas. Asimismo, los edificios de servicios públicos, edificios habitacionales y centros comerciales han erigido accesos desnivelados, aunque hay muchas otras construcciones que aún no los tienen.
Es cierto que la legislación sobre inclusión ha ayudado a los discapacitados, pero aún queda mucho por avanzar, en especial respecto de la fiscalización de cuotas de contrataciones de personas en empresas y en igualdad de condiciones económicas. Además, una normativa puede transformarse en letra muerta si no hay un compromiso cultural de la ciudadanía para incluir a ese importante segmento de la población, respetar sus derechos y darle las oportunidades necesarias.